Luis Velázquez/ Expediente 2019
Veracruz.- El secretario General de Gobierno baila salsa con pasitos novedosos. Se viste de beisbolista y juega de pitcher. Llega a un pueblo por ahí (su preferido Villa Aldama) y corta el listón de una calle reencarpetada.
Inaugura un centro de salud en su pueblo, pero sin medicinas. Empieza el sexenio con una exposición de caricaturas en Otatitlán con su Cristo negro”.
Y mientras fracasó en el juicio político al fiscal y ocho diputados de la izquierda se salieron del huacal institucional y se la pasa inculpando a otros del oleaje de inseguridad, feliz, dichosa, está, estará la izquierda delirante.
“El dos de palacio” coordina “y escribió en coautoría de académicos, investigadores y reconocidos personajes” el libro “Veracruz: un protagonista en la conformación del Estado mexicano”.
Además, anuncia “un tiempo bonito, muy bonito, bonito entre los bonitos”, pues presentará el libro en el Senado de la República.
¡Enhorabuena!
Veracruz se desangra y el titular de la SEGOB escribe un libro.
Y todavía, pendiente, afanoso, aplicado, va a la Editora del Gobierno de Veracruz un domingo, día de asueto, para supervisar la impresión, igual, igualito que cuando en el siglo pasado Carlos Denegri, “el mejor reportero pero el más vil” decía Julio Scherer García, llegaba en la madrugada a los talleres del periódico Excélsior a checar la tipografía de su columna política, Arsénico se llamaba.
El segundo del gobernador, revelado como un escritor.
Así como va, con el primer libro escrito, a punto de publicarse a 8 meses y medio de iniciado el mandato, bien podría escribir y coordinar once libros más. Uno por semestre.
El titular de la SEGOB jarocha debió vivir en el siglo XVIII, cuando los hombres eran universales y polifacéticos.
MAPLES ARCE, ANTECESOR DE ÉRIC CISNEROS
José Vasconcelos era político y escritor. José López Portillo, político y escritor, el libro más famoso, sus Memorias. Francisco Ignacio Madero escribió “La sucesión presidencial”. Porfirio Díaz Mori publicó un libro intitulado “Yo soy Dios”. Antonio López de Santa Anna, tres veces gobernador de Veracruz y onceavo presidente de la república, inspiró más de doscientos libros.
Adolf Hitler escribió “Mi lucha”, uno de los libros favoritos de Plutarco Elías Calles. A Carlos Salinas le ha dado por escribir libros después de su viaje sexenal. AMLO ha publicado unos quince libros, todos, de historia. Álvaro Obregón gustaba de leer libros y se aprendía de memorias poemas kilométricos, uno ellos, “Suave patria” de Ramón López Velarde.
Hasta donde se sabe si se sabe bien, ningún gobernador de Veracruz en el siglo XX, tampoco el XXI, escribió un libro.
Bueno, Manuel Maples Arce fue secretario General de Gobierno con el general Heriberto Jara y escribió muchos libros. Poemas y relatos. Sus memorias. Incluso, creó un movimiento poético en el país llamado Estridentismo, poemas, digamas, llenos de energía y cortocircuitos, vibrantes, impetuosos en sus figuras, volcánicos en sus imágenes.
Maples Arce sería, entonces, el antecesor de Erick Patrocinio Cisneros Burgos, próximo a debutar con un libro de ensayos sobre el Estado mexicano. No sobre Veracruz, sino sobre el país. Un país en llamas.
La mirada nacional, lejos de la mirada aldeana y provinciana. Mirar lejos y jugar en las grandes ligas, por encima de los límites aldeanos. Localismo empobrecedor le llamaba José López Portillo.
“EN EL AIRE LAS COMPONEN”
Pero…
Pero el secretario General de Gobierno es el segundo del gobernador. Casi casi, el vicegobernador. El otro yo. “El dos del palacio”. El jefe de la política interna.
Más todavía: es el guardián político y social del jefe del Poder Ejecutivo. El Narciso Mendoza, el cancerbero, el político confinado en un bajo perfil, lejos de las candilejas, pero siempre pendiente de garantizar el viaje seguro y tranquilo del barco sexenal.
Aún más: es el político encargado de anticiparse, como el topo de Carlos Marx, a los pendientes sociales. Y de pulverizarlos, sin dejar rastros bochornosos ni huellas riesgosas.
Su tarea es evitar las heridas sociales y políticas. Y en caso de darse, cicatrizarlas sin costras.
El titular de la SEGOB local ha deseado mejor entregar su vida y talento y tiempo a escribir libros. Y a supervisar el proceso de edición porque desconfía de los técnicos a cargo.
El día cuando Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura, la reina de Suecia, sentada a su lado, le dijo, mirando la delegación colombiana de salsa bailando en aquel teatro:
“Me gusta la salsa”.
García Márquez le contestó así:
“En realidad escribir es mi hobby, porque yo soy un maestro de danza”.
Y la reina sonrió.
Paradoja de la vida, el secretario de Gobierno también tendría como hobby ejercer el poder político, y su vocación sería escribir libros sobre la grandeza de Veracruz “en la conformación del Estado mexicano”.
La profecía se ha cumplido:
Si “la patria un soldado en cada hijo” ha dado, en la Cuenca del Papaloapan todos son poetas “y en el aire las componen”.