Luis Velázquez/Parte II y última/ Escenarios
Veracruz.- UNO. Un fotógrafo ante la historia
Es Félix Márquez, el fotoperiodista de treinta años de edad (inició a los 19 años) cuyas fotos están publicadas en los mejores diarios impresos del mundo.
Su primer libro, “Testigo de la violencia, memoria gráfica del Veracruz contemporáneo”.
El fotógrafo que se elevó más allá de sí mismo para ser, antes, mucho antes que tener, y que incluso ni siquiera está en su vida coleccionar satisfactores materiales.
Hay en su libro fotos desgarradoras.
Por ejemplo:
La de una indígena pobre, el rostro moreno moreno, la cabellera larga cayendo sobre la espalda, la mirada triste, observando, escudriñando a los demás con una vista incrédula y agnóstica.
Un montón de niños jugando fútbol en un parque llanero de alguna región indígena de Veracruz, varios descalzos, rodeados de la naturaleza, la montaña, los árboles, el cielo y las nubes, su riqueza y patrimonio natural.
Un niño indígena durmiendo en su cama, tapados con dos, tres sarapes, y enfrente un ropero que la hace de todo, y sirve para guardar la ropa amontonada, y en la parte superior, juguetes, ropa, estampas y estatuitas religiosas, y en la pared de frente, una escopeta, quizá de juguete, acaso de verdad.
Los pies descalzos de un indígena tirado sobre una colchoneta tendida en el suelo. El pie derecho, con los dedos gordos, gordos, gordos, más gordo el dedo gordo. El pie izquierdo, con unos hematomas que le han ennegrecido más la piel.
La foto de Javier Duarte tirada en el piso de una oficina en medio de papeles y oficios, con un almanaque a un lado con la foto de una Virgen imprecisa.
Los famosos guardias comunitarios de los Llanos de Sotavento que retratara, donde dos chicos muestran detenido a un tercer tipo, pero con la máscara de Javier Duarte, capturado en Guatemala luego de su graciosa huida en un helicóptero propiedad oficial después de que fue depuesto de la silla embrujada de palacio.
DOS. Obra artística de un fotoperiodista
Un apartado del libro se llama “La batalla por Veracruz”.
La primera foto del capítulo es la foto de Fidel Herrera al fondo sonriente, posando, la foto del sexenio, y en el primer plano, Fidel “en vivo y directo”, la piel más ennegrecida que de costumbre, quizá como él mismo decía, “por tanta gira política”, los ojos en trance, la mirada perdida por ahí en un punto impreciso.
Y enfrente, la foto de “La Santa Muerte” le hace compañía. Tres Santas Muertes sostenidas con las manos de un hombre que las vende al mejor postor.
Un hombre herido está tendido en el piso. Una bala, dos balas, tres balas, en el abdomen. La sangre manchando la camiseta. El hombre, con los ojos cerrados, se ignora si en estado moribundo. ¡Ah!, pero dos reporteros extienden sus manos. Uno, con una grabadora telefónica. Y el otro, con el micrófono por delante donde dice “TV Azteca”. Quizá lo entrevistan en estado mortis.
Es la noche en algún lugar de Veracruz. En la calle, dos cadáveres tirados. Vendado uno de la cara. El otro, en estado fetal. La calle, solitaria. Al fondo, una patrulla policiaca con una puerta abierta, y un señor policía por ahí, vigilante vigilando.
Otra vez la noche. Al fondo, la portada de una casa modesta, rústica, con un barandal enfrente. Sobre el barandal, tres hombres recargados. En la ventana, una mujer se acomoda los aretes. Y enfrente, un cadáver tendido tapado con una sábana blanca y una veladora ardiendo en la oscuridad.
Es una niña de escuela primaria. Muestra su trabajo escolar del día. La leyenda dice: “El gobernador salva a la gente”. Alrededor, muñequitas dibujadas. Firma: Lucía.
Es un hombre viejo y un hombre joven. Los dos, hincados, postrados, ante un hombre herido tendido en la calle, recostado sobre una especie de almohada roja, roja, roja, roja la sangre en su cara, en sus manos y en el abdomen.
Es una camioneta del ejército con tres soldados en la cuneta. Pasa frente a dos indígenas de Papantla, al parecer, voladores. El par de voladores se inclina reverente ante el paso de los soldados.
TRES. El mapa de la muerte
Un plano a mano. Es el mapa de la muerte. La muerte con sus fosas clandestinas en “Colinas de Santa Fe”, entregado por una persona anónima al Solecito, el Colectivo integrado con madres con hijos desaparecidos. Un título llama la atención: “El causante Quino del C.J.N.G”, un dato, por cierto, que nunca fue revelado. Colinas, la fosa más grande de América Latina.
Es un hoyanco, una especie de fosa clandestina improvisada, la entrada al infierno, rodeada de monte, árboles, arbustos, en Colinas de Santa Fe. Al fondo, el Golfo de México.
Es la comunidad “El Zacatal” en Lerdo de Tejada, donde fueron halladas fosas clandestinas. Once cuerpos en estado descomposición. El fotógrafo Félix Márquez, con gran sensibilidad artística, retrata a un par de zopilotes, al acecho. Un zopilote, de lado derecho, mira. El otro zopilote, sostiene la pata derecha sobre un cráneo humano. La foto, de concurso internacional. Habría dado, o dio, la vuelta al mundo. El Veracruz de Javier Duarte y Arturo Bermúdez Zurita, el peor sexenio en la historia local y nacional.
Es Félix Márquez, fotografiando el Veracruz sórdido y siniestro que le ha tocado vivir.