Luis Velázquez/ Malecón del Paseo
17 de agosto de 2019
EMBARCADERO: Ninguna vida más fascinante en la historia como la de Ernesto “El che” Guevara… El día cuando los militares de Bolivia presentaron su cadáver en el poblado “La higuera” para tomarse felices la foto del recuerdo, una mujer aldeana exclamó: “Se parece a Cristo crucificado”… Por ejemplo, el ideal llevado al extremo y el sacrificio, a la entrega total y absoluta a los demás, más, mucho más allá de “La comuna” de Tomás Moro, incluso, del paraíso celestial…
ROMPEOLAS: “El che”, por ejemplo, padecía asma… Siempre, desde sus tiempos de bicicleta caminando América Latina, estudiante de Medicina, llevaba su bolsita de mano cargada de medicinas contra la alergia… En Perú, atravesó nadando un río con aguas inmensamente frías, una madrugada con viento, nomás para calibrarse a sí mismo… En Cuba, nombrado Ministro de Economía, participaba en la siembra de caña de azúcar y en la zafra… Y hay una foto donde aparece irreconocible, cien por ciento hinchado del cuerpo, más, mucho más, de la cara, metido en el cañaveral, cuando en circunstancias iguales debería estar en casa reposando el mal…
ASTILLEROS: En Sierra Maestra, iba por delante de los ochenta cubanos luchando contra los soldados del dictador Fulgencio Batista y era el más osado y temerario… Cuando Estados Unidos, John F. Kennedy presidente, amenazó con invadir Cuba, “El Che” se puso por delante y se ubicó con su regimiento en la parte geográfica más frágil de Cuba para ser el primero en confrontarse con las tropas gringas… Enfermo de asma, nombrado gerente del Banco cubano, llegaba a trabajar a las diez de la mañana y se retiraba a las 4, 5 de la madrugada…
ESCOLLERAS: Incluso, desafiando a la muerte… Por ejemplo, hay una foto donde a las 3 de la mañana platica con los escritores Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, fumando un puro tras otro, con todo y el asma… En el estado de México, donde Fidel y Raúl Castro Ruz iniciaron los entrenamientos de los ochenta cubanos y “El che” para lanzarse a la gran aventura de derrocar a Batista, Ernesto Guevara participaba con todos en igualdad de condiciones, caminando todo el día en el valle y subiendo montes y volcanes, sin darse una tregua, además, sonriente, con su bigotito tipo Cantinflas…
PLAZOLETA: Todos los días, en el tiempo de Sierra Maestra y también ya en Cuba como gobierno, “El che” apartada 2, 3 horas para leer y estudiar… Alguna vez en la montaña cuando luchaban por el ideal, los soldados de Batista los sorprendieron… Y en la corredora para salvar el pellejo, “El Che” debía decidir entre su morralito cargado de libros o las armas y el fusil y las balas… Y ni modo, sacrificó sus libros porque necesitaba las armas para salvar la vida… Pero más aún, pensando en el sueño de liberar a Cuba…
PALMERAS: En la ciudad de México, graduado como médico en Argentina, desempleado, se puso a vender estampitas de la Virgen de Guadalupe y a tomar fotografías polaroid en la Basílica, apenitas sacando para comer tacos y tortas y pagar una posada de mala muerte y mala suerte… Todos los días, decía, empujaba la carreta para adelante, sin saber dónde terminaría, y no obstante, continuaba soñando… En Guatemala, donde sirviera de médico popular en el tiempo de la revolución social sin cobrar un solo centavo, había conocido a un cubano, y con quien luego se toparía en la Ciudad de México… El cubano lo llevó con Fidel Castro y pasaron la tarde y la noche hablando y hablando… Ahí, comenzaría su gran historia…