Hugo Gutiérrez, ángel de la pureza
Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. El malo de la Cuitlamanía
El gobernador ya perdió la prudencia, la mesura y la serenidad. La inseguridad, la incertidumbre y la zozobra multiplicada en el primer año de su sexenio lo descarriló. Y le hizo confundir los hechos.
Por ejemplo, culpa de la ola desbordada de violencia al Fiscal Jorge Wínckler, su obsesiva obsesión, primero, para inventar, crear y recrear un enemigo común ante la población electoral, y segundo, para tumbarlo del cargo público, elegido, como fue por la LXIV Legislatura para un periodo de 9 años.
La Cuitlamanía ha aceptado, por ejemplo, que en el mes de diciembre fueron cometidos más de cien asesinatos (136 en total) y luego puso en el carril político que ninguna persona ha sido detenida por la Fiscalía.
Cierto, cierto, cierto, solo que la inseguridad pasa por la secretaría de Seguridad Pública, donde fue asignado un titular originario de Nuevo León, Hugo Gutiérrez Maldonado, quien, como afirma el politólogo Carlos Ronzón Verónica, desconoce el estado de Veracruz y desconoce la realidad jarocha y, de ñapa, fue removido de un cargo similar o parecido en Monterrey, según versiones, por sus malas amistades en el cobro del derecho de piso.
Y en tanto el titular de la SSP ha empezado igual que Javier Duarte con sus 19 reporteros asesinados y tres desaparecidos asegurando que hay en la tierra jarocha reporteros ligados al narcotráfico (igual que policías, dijo), el góber de la colonia Progreso Macuiltépetl de Xalapa lo exonera y purifica, en tanto, continúa satanizando al Fiscal, amparado ante el decreto de la LXV Legislatura para evitar que lo tumben.
Y Veracruz, desencajado, fuera de control, río desbordado metido hasta el tuétano del corazón social.
Bastaría referir entre los últimos hechos, la señora embarazada asesinada con su pareja en Córdoba y los tres chicos asesinados en Atzalan, cuyos cadáveres se estaban comiendo los coyotes y los zopilotes.
Y ni se diga la niña de 12 años asesinada en Santa Atzacan con sus padres y un hermano.
Y el asalto a los comensales de un restaurante en Coatzacoalcos y el asalto nocturno a un AU en la carretera de Los Tuxtlas.
Y la migrante de Guatemala emboscada, con otros más, entre ellos, un niño, en los límites de Isla y Rodríguez Clara.
Todo, incumbencia y responsabilidad del secretario de Seguridad Pública a quien Cuitláhuac García purifica, exonera, encumbra y glorifica.
El malo, pues, de la película de terror es Jorge Wínckler Ortiz, el Fiscal incómodo e indeseable, el Satanás culpable de todos los males de la caja de Pandora en el Veracruz de Morena y AMLO.
DOS. La paz narca
El maestro en Ciencias Políticas, egresado de la Universidad Complutense de Madrid, doctor en Sociología de la Universidad Autónoma de Puebla, enumera las razones de la inseguridad en Veracruz:
A: Un mes y una semana después, la Cuitlamanía, sin una estrategia de seguridad. El secretario, Hugo Gutiérrez Maldonado, apenas, apenitas está conociendo en curso intensivo la geografía jarocha, sus regiones, sus focos rojos, sus policías, sus carteles.
B: Si el góber pidió tres meses para definir el presupuesto de este año y enviar para su debate a la LXV Legislatura, su incapacidad política es manifiesta y alcanza la política de seguridad.
Y lo peor, nadie que lo auxilie.
Y peor, Cuitláhuac festinando en futuro, el futuro que viene, que para Veracruz “vendrán cosas muy buenas”.
C: Con todo y los 136 crímenes en el mes de diciembre 2018, la Cuitlamanía, ocupada en contestar señalamientos con la típica respuesta de siempre de que “nos dejaron lo peor”.
D: Se ignora si será por omisión, negligencia o incapacidad, o los tres males juntos, pero Veracruz sigue como un río de sangre y un valle de la muerte.
Y como dice el Solecito, con más desaparecidos.
E: Mientras la estrategia de la dirección de Comunicación Social es el silencio, el secretario General de Gobierno, jefe político del gabinete y encargado de vigilar el Estado de Derecho en conjunto con el secretario de Seguridad Pública y el Fiscal, supervisa el reencarpetado en calles de Xalapa como si fuera el secretario de Infraestructura y Obra Pública y de entregar cobertores y medicinas en la sierra de Zongolica como si fuera el director del DIF y el secretario de Salud.
F: Según el profe Carlos Ronzón, cuando los malandros financian campañas electorales, los políticos encumbrados suelen darles tiempo y gracia para operar el eje del mal, en tanto si roban, por ejemplo, tiendas o negocios, exclaman como Javier Duarte que están robando Frutsis y refrescos de cola.
Tan es así que en el duartazgo quedó probado y comprobado que existieron tiempos intensos y volcánicos de violencia y tiempos pacificados, pues se trata de un acuerdo entre políticos y malandros a todas visto.
Los políticos, entonces, dando permiso a los malosos para actuar como es fama pública en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Coahuila… y Veracruz.
Los teóricos y prácticos le llaman la Paz Narca.
“Eso mismo pareciera estar reproduciendo en Veracruz” dice el politólogo.
G: En el primer mes del sexenio, el góber solo habló de seguridad cuando, ajá, cabildeó mil elementos policiacos para el sur de Veracruz, pero al mismo tiempo, se trató de un acto decorativo porque la incertidumbre sigue creciendo como en tierra fértil.
H: El silencio de los diputados locales y federales y senadores de Morena ante el tsunami de la violencia resulta impresionante.
Y más dado el nivel alarmante de descomposición social.
TRES. Pesadilla inacaba e inacabable
La tesis universal sobre la violencia es así:
En primer lugar, tarea de la secretaría de Seguridad Pública, SPP.
Y en segundo, de la Fiscalía.
Según la Cuitlamanía, la Fiscalía ha de abatir la impunidad, pues a la fecha “no hay consecuencias para las personas que delinquen”.
También dice que el Fiscal está obligado “a detener a los culpables, pues de lo contrario, hay un manto de impunidad”.
Por eso, resulta impresionante la forma con que el hígado del góber causa estragos en Veracruz, pues de acuerdo con el Estado de Derecho, la SSP es la máxima responsable de garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.
Y como él palomeó al policía Hugo Gutiérrez y/o se lo recomendó poderoso padrino o madrina, omite la teoría del Derecho.
Si la SPP incumple con su tarea de combatir a la delincuencia organizada y común, los malandros de todo tipo se crecen ante el vacío de poder y Veracruz cae en un barril sin fondo en el desorden, el caos, la saña y la barbarie.
Y si la incapacidad de la Fiscalía para manifiesta para detener a los transgresores de la ley, desde ladrones de casas y negocios y secuestradores y asesinos y asaltabancos y asaltantes de autobuses urbanos, entonces, la vida se vuelve un infierno de todos los días.
Peor tantito, cuando como en el duartazgo, los jefes máximos y medianos y menores se aliaron con los policías para en conjunto operar con los carteles y cartelitos.
Y cuando los mismos comandantes policiacos y policías secuestraban personas en los retenes y entregaban a los malandros.
Entonces, el primer filtro de la certidumbre en el diario vivir es la secretaría de Seguridad Pública.
Y el segundo, la Fiscalía.
Y el tercero, el secretario General de Gobierno, responsable del área.
Y el cuarto, el gobernador, que delega y confía, se entiende, en los tres anteriores.
Y el quinto, la LXV Legislatura con sus diputados de la Comisión de Seguridad Pública (Érik Iván Aguilar López (PT), Rubén Ríos Uribe (PES) y Nora Jéssica Lagunes Jáuregui (PAN), que “dejan hacer y dejan pasar”.
Y de Procuración de Justicia (Víctor Manuel Vargas Barrientos (Morena), María Josefina Gamboa Torales (PAN) y Rubén Ríos Uribe (PES), que callan.
La vida cotidiana en Veracruz, un desorden, un caos, un infierno y una pesadilla inacabable e inacabada.
