Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. Uníos, trabajadoras domésticas
Si las trabajadoras domésticas se organizaran para exigir sus legítimos derechos serían, además, el sindicato más grande y poderoso del país.
Y si en nombre del marxismo convocaran a todas las “chachas” (de cariñito) a integrarse en un frente común, serían una fuerza omnipotente que de entrada rebasaría al partido político más pintado, incluidos los cien partidos que existían cuando Plutarco Elías Calles fundara el abuelito del PRI, PNR, en 1929.
Y, bueno, ahora es el momento cuando a partir del mes de diciembre del año que corre la Cuarta Transformación del País alcanzará su plenitud luego de la primera (la guerra de Independencia), y la segunda (la guerra de Reforma) y la tercera (la Revolución).
Si todas ellas lograran integrarse, entonces, luego enseguida ganarían regidurías y presidencias municipales, diputaciones locales y federales, las gubernaturas y al paso que vamos, la presidencia de la república.
Y más, porque están llenas de una energía física y cósmica, fuera de serie, inagotables, pues en las casas donde son contratadas lavan platos, lavan pañales, limpian la casa, pasan jerga, riegan el jardín, cocinan, lavan, planchan y en las tardes componen la basura del día para meterla en las bolsas negras y levantarse a las 4 de la mañana del día siguiente para que el carro recolector se las lleve.
Todo, claro, por el mismo sueldo.
Y lo peor, sin ninguna prestación económica, social y médica establecida en la Ley Federal del Trabajo.
DOS. Con AMLO es el momento
Un abogado laborista y un politólogo dirían, por ejemplo, que habría un sindicato ultra contra súper poderoso si las trabajadoras sexuales, mujeres y hombres y fantasmas, se coaligaran en un frente común como en el siglo pasado, hacia 1930, cuando Herón Proal, el líder del movimiento inquilinario, derrotó a los casatenientes y a las autoridades con la organización de las mesalinas.
También serían fuerza sindical poderosa y/o asociación política si los abuelitos formaran su ONG, y más si se considera que tan sólo en Veracruz hay ochocientos mil, mientras en el país hay once millones de personas de la séptima edad y con lo que arrasarían en las urnas.
Pero el grito social del momento es que las trabajadoras del hogar se organizaran.
Semanas anteriores, quizá antes de los comicios del primero de julio, apareció un movimiento social y cívico anunciando el primer sindicato de criadas en el país, pero así como interrumpieron en los noticieros televisivos de igual manera desaparecieron del escenario, quizá simple golondrina anunciando el verano.
El caso es que, desde la fecha, nada más se ha escuchado, pues, incluso, dijeron que en Veracruz ya tenían una filial lista para…pero en el hecho real y específico, nada de nada.
Quizá habría sido una faramalla electorera, pero, bueno, el día cuando las trabajadoras domésticas se armen de valor democrático tendrán asegurado el éxito rotundo para un sindicato excepcional.
Bien pudieran, claro, aprovechar los próximos 6 años de la Cuarta Transformación del País y la república amorosa y la nueva Constitución Moral para allanar el trámite rápido y expedito en la secretaría de Trabajo y Previsión Social de AMLO, donde nombró a una chica de 31 años de edad que toda su vida la ha pasado en el salón de clases, y que estudiada en el extranjero tendrá una visión del mundo radicalmente diferente, digamos, al priismo y al panismo.
TRES. Inicua explotación
Ninguna ley estipula con claridad el salario de una trabajadora del hogar, aun cuando bien está incluido en el salario mínimo.
Pero debiera un apartado especial, considerando la excesiva carga laboral.
Hay asistentes domésticas, por ejemplo, que ganan desde doscientos a trescientos pesos el día, y las patronas soóo les pagan el día laborado, sin enterar, claro, el pago dominical, y que es sagrado desde que Dios creó el mundo en seis días y en el séptimo se puso a descansar debajo de un árbol de manzanas.
Hay patronas que, por ejemplo, exigen que la chica quede a dormir en casa, porque así la tienen a la mano hasta en la noche y la inicua explotación se multiplica.
Hay patronas que contratan hasta cuatro chicas. Una, para la limpieza de la casa. Otra, para hacer la comida. Y otra, para lavar y planchar. Y otra, para cuidar y jugar con los niños, pues así la madre le da vuelo a la hilacha social y desde el desayunito de horas con las amigas por el celular dispone la comida del día.
Pero a las cuatro les pagan sueldos miserables y sólo falta que les cobren la comida y el hospedaje por el cuarto de servicio que les facilitan.
CUATRO. Un pago justo
Lo más canijo es que Congresos federales y locales van y vienen, y nunca un diputado se ha detenido en el tema de las trabajadoras domésticas para legislar con respeto y dignidad a los derechos humanos de todas ellas.
El salario mínimo, ya se sabe, es insuficiente. Y en el caso, por tratarse de una chamba especializada y que significa el buen desarrollo de la vida familiar y que descansa en ellas merece un pago justo.
Lo más terrible de esta desigualdad social y económica es que en el país hay días para celebrar todo.
El día de la madre. El día del niño. El día del maestro. El día del médico. El día del ingeniero. El día del reportero. El día del abuelo. Etcétera, etcétera, menos el día de las chachas.
Bastaría referir: en muchos, muchísimos hogares los niños llaman mamá a la trabajadora doméstica y quienes les dan el cariño de la madre ausente.