Luis Velázquez | Escenarios
22 de abril de 2021
UNO. “Un Veracruz chingón”
Por lo pronto, el partido Podemos (Gonzalo Morgado Huesca y Francisco Garrido) “ya chingaron”.
Y “ya chingaron” porque se lanzaron a la conquista del voto en Veracruz para elegir alcaldes y diputados locales con la siguiente leyenda en sus espectaculares:
“Podemos. Un Veracruz chingón”.
A primera vista, la inteligencia incandescente de los dos, la bilirrubina, el fósforo bitacal, la experiencia partidista y el profundo conocimiento de la identidad jarocha de norte a sur y de este a oeste de Veracruz, está manifiesta.
Nada, por ejemplo, como encantar, seducir e hipnotizar a los ciudadanos de a pie, digamos, con un vocabulario propio de cara al Golfo de México.
Si ganan, entonces exclamarían con fervor patrio que “se chingaron” a los demás partidos.
DOS. De “La chingada” a la chingonería
La leyenda bíblica de Podemos Veracruz también puede entenderse como una alusión derecha, derechita, sin rodeos ni ambages, al rancho propiedad de López Obrador en Chiapas bautizado con el nombre bíblico de “La chingada”.
En una de sus películas sobre la revolución, María Félix, La generala, exclama:
“¡Hijos de la chingada!”.
Varias versiones hay sobre el origen de la palabrita. Por ejemplo, Octavio Paz decía que estaban en el idioma náhuatl, proveniente de la voz xináchtli que significaba semilla o semen.
TRES. Cómo chingas…
En la India, hace unos trescientos cincuenta (350) años, la palabra chingar se conocía como cingháta y significaba ruido y grito.
Hacia el año 1400, los gitanos llegaron a España y la palabra ya se conocía como chingar, a secas.
Luego, derivaría en otras variantes del verbo, como por ejemplo, “cómo chingas!, “me lo chingué”, “dame esa chingadera”.
En el caló gitano también se entiende como pelearse, robar, molestar, triunfar y agarrarse unos a otros de los pelos, digamos, como la cancioncita de Gloria Trevi.
CUATRO. Chingar, casi casi, padrotear
Durante muchos años los lingüistas se pitorrearon del pueblo de Chilpancingo, en Guerrero, que derivara, afirmaban, de chingar.
En “El laberinto de la soledad”, Octavio Paz habla del “pachuco”, el galán, el playboy azteca, cuya mayor felicidad era chingar, primero, a los mujeres, o sea, seducir, encantar, hipnotizar, pero al mismo tiempo, fregar, es decir, según el Premio Nobel de Literatura, padrotear.
Se ignora, por tanto, los fundamentos del viaje esotérico de Morgado y Garrido para expresar su talento, su gran talento, con la ocurrencia (¿genial?) de “Un Veracruz chingón”.
¿Chingones, por ejemplo, los 6 millones de los 8 millones y cacho de habitantes de Veracruz en la miseria, la pobreza, la jodidez y el pinche desempleo… tan prolífico en el tiempo cuando ambos militaban en otros partidos?
CINCO. Par de chingones…
Pero, bueno, Morgado podrá exclamar que “ya chingó” porque está en el número uno de la lista de candidatos a diputados locales pluri de Podemos.
Y Garrido también “chingó” porque nombró a sus hijos como administradores del billetito entregado por el OPLE.
Y si uno que otro de sus candidatos a diputados locales y presidentes municipales y síndicos y regidores ganan en las urnas, entonces, Morgado y Garrido habrán vuelto a “chingar” por aquello del famoso diezmo tan pulido y vuelto a pulir en el tiempo priista, Morgado, líder estatal a los 25, 26 años.
SEIS. “Hijos de la chingada, les ganamos”
Con el eslogan de “Un Veracruz chingón”, Podemos está compitiendo, por ejemplo, con MORENA y la Cuarta Transformación del País y que más bien es el PRI del siglo XXI como dice Porfirio Muñoz Ledo por aquello del Dedazo.
Con el PRI pintado de azul. Con el PRD y su lema de “Ni un paso atrás por Rogelio Franco”. Con el PAN, con su lema “Todos contra los Yunes”.
Al ratito, cuando Podemos pierda en las urnas podrán exclamar como María Félix en su filme de “La generala”, “hijos de la chingada”…
SIETE. La sonoridad del lenguaje
El idioma español es muy bello. Y muy rico en significados. Pero quizá Morgado y Garrido, el dueto partidista, apostaron a la sonoridad del lenguaje, más, mucho más, si por ejemplo, el eslogan de “Veracruz es un chingón” se exclama con unos wiskitos adentro, acompañado de mujer prohibida con perfume barato.
Más, si se considera que un partido político busca el alma nacional. Y ellos, la encontraron con la palabreja, digamos, la belleza del horror.
Casi casi, los hijos de José Agustín y Gustavo Sáinz, el par de escritores del siglo pasado que interrumpieron en la narrativa mexicana con frases fuertes, digamos, la versión azteca de Cervantes, Góngora y Garcilaso.
OCHO. “Todos somos excéntricos”
Una cosita es que Morgado y Garrido soñaron con parecerse al pueblo y otra, mil años luz de distancia, que lo sean.
En todo caso, queda el consuelo de Carlos Fuentes Macías cuando uno de sus personajes novelescos exclama:
“Todos somos excéntricos”.
Incluso, más que el eslogan, la fanfarronada, con el riesgo, claro, de que la frasecita del Podemos huehuenche sea basura pura.
NUEVE. Autoelogio o autodenigración
Chingona, chingona, Frida Kahlo, por lo siguiente.
Uno, comunista. Dos, mujer liberal y liberada. Tres, mujer de Diego Rivera. Y cuatro, amante de León Trotsky.
Tan chingona que cuando Diego Rivera le reclama su infidelidad, Frida le contesta igual que el pintor muralista cuando andaba con una mujer: “Diego, Dieguito, fue puro sexo”.
Con todo, se ignora si la frasecita de “Veracruz un chingón” se trata de “un autoelogio vulgar o de una confusa autodenigración” como escribiera Fernando del Paso analizando la identidad nacional.