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Una cárcel animal abandonada en el corazón de Buenos Aires

El Piñero

Argentina.- Los rugidos de un león, los bufidos de un rinoceronte y el barritar de un elefante se entremezclan con la bocinas de los coches de una de las zonas más congestionadas de la capital argentina. El eco de sus voces se ahoga en la soledad de un zoológico abandonado hace ya más de un año

Un año después de que el zoológico de Buenos Aires, con 140 años de antigüedad, cerrara sus puertas y se transformara en el parque que es en la actualidad, cientos de animales aún permanecen tras sus rejas a la espera de que las autoridades competentes decidan que hacer con ellos.

Los promotores prometieron el pasado mes de julio que la mayor parte de los 1.500 ejemplares que habitaban en el zoológico de la capital de Argentina, serían enviados a varios santuarios localizados tanto en el país como en el extranjero. Sin embargo los arreglos en firme para su traslado nunca se llegaron a acometer. Y de hecho, el nuevo plan maestro anunciado recientemente tampoco especifica cómo se logrará darles un hogar.

Muchos de los animales de lo que queda del Zoo de Buenos Aires están tan acostumbrados a la vida en cautividad que los expertos temen que estos puedan morir al no poder adaptarse a su nueva vida en libertad. Los conservacionistas también han puesto el grito en cielo por la condiciones de vida de las criaturas en el recinto, las cuales consideran anticuadas e indignas según los estándares modernos. Además en otras de sus críticas a la situación afirman que el nuevo plan del gobierno de la ciudad ofrece muy pocos detalles sobre cómo se llevarán a cabo las supuestas mejoras proyectadas.

“Todo este asunto ha ido de mal en peor”, ha afirmado Claudio Bertonatti, antiguo director de zoológico de Buenos Aires y consultor de la organización no gubernamental Fundación Azara. “Todo está listo para que el arca de Noé naufrague”.

Entre el caos urbano

El zoológico, que fue inaugurado en 1875 en lo que entonces era un espacio tranquilo a las afueras de Buenos Aires es ahora una zona urbana de avenidas congestionadas por el tráfico el que el ruido de coches y autobuses se cuela entre los barrotes de las jaulas de los animales del parque.

En el momento de su construcción el primer director del zoológico decidió que los animales debían ser alojados en espacios que reflejaran sus países de origen. Una réplica de un templo hindú fue construida para los elefantes asiáticos. Las jirafas fueron alojadas en una estructura de inspiración islámica y el panda rojo en una pagoda china. Hoy todavía muchos de esos espacios permanecen en las 18 hectáreas que se dedicaron a su construcción, sin embargo hoy en día necesitan una evidente reparación.

Cuando el alcalde Horacio Rodríguez Larreta anunció su cierre el año pasado, declaró que los animales eran un “tesoro” y que no podían permanecer en cautiverio cerca del ruido y la contaminación. Desde entonces, algunos cóndores han sido liberados y otros 360 animales han sido enviados a otras instituciones. Sin embargo, no se ha relocalizado a ni un solo animal propiedad de la ciudad.

Funcionarios de Buenos Aires dicen que el proceso ha resultado más difícil de lo que pensaban en principio, y que se encontraron con que el zoológico había sido clausurado antes de que fuera promulgada la legislación necesaria para autorizar gran parte de los traslados.

No está claro que animales sobrevivirían a un cambio de hábitat

De hecho el ayuntamiento de la ciudad sólo ha contratado recientemente a un funcionario para estudiar qué animales se pueden trasladar. Además, aún no está claro cuales de ellos sobreviviría a un cambio de hábitat.

Así, el plan dado a conocer hace unos días revela una expansión, así como un diseño renovado para el parque, sin embargo las voces mas críticas ponen el acento en la falta de detalles sobre el destino que le espera a algunos de los animales del antiguo zoo, y del mismo modo, una coalición conformada por una docena de grupos conservacionistas y veterinarios escribió el pasado 28 de abril una carta solicitando a los funcionarios que especificaran qué animales estarán permanentemente alojados en el parque y las condiciones de los mismos.

El la misiva se acusa que: “los únicos cambios presentes en el nuevo plan maestro para el antiguo zoológico son el cambio de nombre del mismo, un aumento en el coste de las entradas, el cierre de algunas áreas del recinto y la contratación de más personal, sin que nada de ello mejore las condiciones de los animales”.

Aún así, parte del estrés para los animales se ha reducido por los recortes en los cupos de visitas, que el año pasado podría llegar a 10.000 diarias. En la actualidad sólo se permiten unas 2.000 y algunos hábitats están ahora fuera de los límites del espectáculo.

Sin embargo, Juan Carlos Sassaroli, veterinario que anteriormente trabajaba en el zoológico afirma que: “el gobierno de la ciudad no ha hecho los recintos más grandes. Hay pequeños cambios de infraestructura, pero hay un deterioro total y obviamente, los animales sufren. Queremos que el zoológico sea una herramienta de conservación, no un parque para perros ambulantes, porque eso, ya lo tenemos”.

http://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/grandes-reportajes/una-carcel-animal-abandonada-corazon-buenos-aires_11591

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