- Pesa 400 kilos
- Regalo en su cumpleaños
Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. La estatua de AMLO
Primero, le llamaron “El rayito de esperanza”.
Luego, la ex senadora y ex priista, Layda Sansores, le besó la mano en Campeche, como si fuera un obispo, un cardenal, el Sumo Pontífice.
Después, lo descubrieron como el enviado de Dios, el gurú, el tlatoani, el tótem.
Y una vez elegido presidente de la república, a Andrés Manuel López Obrador le están brotando los fans, los seguidores y los admiradores por todos lados.
Incluso, el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra, el director fundador del albergue de migrantes, “Los hermanos en el camino”, predicador de la Teología de la Liberación, descubrió como San Pablo camino a Damasco, que tiene un gran parecido con Dios.
“Se parece a Dios”. dijo el polémico y controvertido ministro de Dios.
Y sólo faltaría, digamos, que el subcomandante Marcos, ahora comandante Galeano, también “se le tirara al piso” y hasta le escribiera un cuentito.
Es más, tanto fervor ha alcanzado AMLO, que ya está, digamos, a la altura de Salma Hayek, Luis Miguel, Jennifer López, Jennifer Aniston y hasta Paquita la del barrio.
Por ejemplo:
En Querétaro (el Querétaro del jefe Diego Fernández de Cevallos que construyera “la carretera del amor” en honor a su novia, espora ahora), hay un rancho de nombre “Rutilandia”, en la delegación Santa Rosa Jáuregui.
Su propietario se llama Rutilio Vargas Alvarado, empresario, organizador de cabalgatas, apodado “El pariente”, definido a sí mismo como “El hijo del pueblo”.
Y a la entrada del rancho, Rutilio Vargas levantó una estatua de cuatrocientos kilos de peso del tamaño real de AMLO (que por su cumpleaños número 65 el 14 de noviembre, construida en treinta días apresurados) y la puso en medio, ni más ni menos que de las estatuas de Pancho Villa, el hombre que lloró sobre el féretro con el cadáver de Panchito Madero, y la de Emiliano Zapata, el caudillo del Sur asesinado cuando se confió de la amistad del general Jesús Guajardo.
AMLO, pues, codeándose con la historia.
Entrando a la gloria y pronto, pronto, pronto, a la inmortalidad.
Lástima que Rutilio Vargas ignorara que los tres héroes de AMLO son Lázaro Cárdenas, Francisco Ignacio Madero y Benito Juárez para levantar sus estatuas al lado de AMLO, pero, bueno, “hay más tiempo que vida”.
DOS. AMLO, a la altura de Benito Juárez
La línea, pues, ya está dada por el dueño del rancho “Rutilandia”, derivado del nombre del dueño, Rutilio Vargas.
Nada fácil será que, al paso rápido, pronto y expedido que vamos, en un dos por tres, “antes de que el gallo cante tres veces”, los pueblos del país se llenen de nombres en sus calles y avenidas, escuelas y parques, canchas de básquet y campos llaneros de beisbol y fútbol, incluso, niños recién nacidos a partir de la fecha, con el nombre de Andrés Manuel López Obrador.
Así, antes de que San Pedro niegue a Jesús, el nombre de AMLO avasallará por completo al de Benito Juárez y Miguel Alemán Valdés, cuyos nombres proliferan de norte a sur y de este a oeste hasta en tienditas del pueblo.
Tienda AMLO, pudiera ser pronto la primera por ahí en algún pueblo de la nación.
Ni hablar, Rutilio Vargas puede hacer lo que desee en su reino, Rutilandia.
Pero, caray, otra cosita es glorificar al presidente electo con una estatua de cantera del tamaño real del político tabasqueño, porque al ratito, caray, todos los políticos con un ranchito reproducirán el modelo.
Y es que así, sin sentir, en el vértigo de los días y las noches, viviendo el país la intensidad de la izquierda y de la izquierda delirante, puede crearse y recrearse el nuevo mito, el nuevo símbolo nacional alrededor del nuevo mesías, el político tabasqueño enviado por Dios para rescatar a su pueblo atrapado y sin salida en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo y los salarios de hambre.
El mesías tropical.
TRES. Culto a la personalidad
En el movimiento estudiantil del 68, una estatua del presidente Miguel Alemán Valdés fue descabezada, parece derruida.
En el sexenio de Fidel Herrera Beltrán, los priistas Adolfo Mota Hernández y Raúl Zarrabal Ferat, al frente de unas huestes tricolores tumbaron la estatua de Vicente Fox Quesada en Boca del Río, y al grito de “La estatua se está cayendo, la estatua se está cayendo”, Mota y Zarrabal corrieron y reparon a sus camionetas y se perdieron en los sórdidos gritos de felicidad de las hordas rojas tumbando la estatua del primer presidente panista de la historia nacional.
Las estatuas del rey Cuauhtémoc y de Miguel Alemán Valdés en el puerto jarocho han sido cambiadas ene número de veces a capricho y berrinche de cada presidente municipal.
Por decreto de Miguel Alemán Velasco, gobernador de Veracruz, una estatua de Porfirio Díaz Mori fue encerrada en un edificio de la Administración Portuaria Integral, en venganza a que el dictador le hizo la vida imposible a su abuelo, un general.
Por decreto, la yunicidad retiró la foto de Javier Duarte en la galería de los 75 ex gobernadores de Veracruz.
Ahora, en el reino de “Rutilandia”, la foto de AMLO tendrá vida, por lo pronto, durante el próximo sexenio, a menos que la prudencia, la mesura y la cordura se impongan y el tabasqueño ordene retirar su estatua con todo y que significa el más alto tributo de un admirador en su rancho particular donde puede hacer y deshacer.
Por lo pronto, mínimo, el jefe máximo de Rutilandia… ya se ganó la presidencia municipal de su pueblo.
AMLO, a la altura estatutaria de Emiliano Zapata y Pancho Villa, el único mexicano y el único hombre en el mundo que se ha atrevido a desafiar, junto con Osama Bin Laden, a los Estados Unidos cuando entrara con sus cuáqueros a Columbus.
AMLO, glorificado. El culto a la personalidad. “El país de un solo hombre” que escribiera el historiador Enrique González Pedrero de Antonio López de Santa Anna.