De la corresponsalía
México.- Hace dos años, Luz una empleada de mostrador de un establecimiento de la capital oaxaqueña, conoció a Arturo, un joven de aspecto agradable y ojos azules que desde el primer momento le produjo atracción física, nunca imaginó que se convertiría en una historia que la marcaría de por vida por que más tarde sería utilizada como parte de un negocio lucrativo que es la trata de personas.
Relató que un día al concluir su jornada laboral, ya en camino al lugar donde rentaba para habitar conoció a un joven de sonrisa encantadora y ojos azules que le generó confianza pues en una primera plática le dijo que había llegado a la ciudad y se dedicaba a la venta de tarjeta para celulares, en esa ocasión le pidió acompañarla hasta su casa y ella aceptó.
La relación de confianza creció hasta cierto punto normal, pues a ese encuentro se sumaron más, con tratos de caballerosidad y atención de parte del joven que la había cautivado.
Después el empezó a ausentarse ya que le argumentaba que tenía que viajar a otros estados por su trabajo y tardaba semanas, pero regresaba y la complacía hasta en el más mínimo detalle, la situación de dependencia creció, pues ella es originaria de la Costa y estaba lejos de sus padres.
Luego de ello, el le pidió que fuera su novia para que pudieran viajar juntos porque por su trabajo tendría que dejar la ciudad, Luz aceptó y se fue con él sin avisar a su familia a una vivienda en Tlaxcala; los primeros días todo iba de maravilla, sin embargo derrepente las cosas cambiaron.
Sus tratos hacia ella eran distintos, cuando le reprochó el joven se justificó diciendo que tenía problemas económicos ya que le habían robado un lote de tarjetas telefónicas que costaban diez mil pesos y no sabía como pagarlo y sus padres no podían ayudarlo.
Luego de llorar desconsoladamente y que si no pagaba la deuda perdería el trabajo y no sabía hacer otra cosa más que vender, que su vida y futuro dependían del pago y pese a que ella le propuso que la dejara trabajar el se negó pues como empleada de mostrador ganaría poco, pero él tenía amigos con los que podría ganar un poco más y en poco tiempo, a lo que ella accedió.
Al otro día, ella se arregló y con Arturo llegó a un domicilio donde la presentó con un supuesto amigo el cual la llevó a una recámara, le dijo que se quitara la ropa y que el trabajo sería pasar una hora con él en la intimidad obligándola a sostener relaciones sexuales.
Al salir reclamó a Arturo que la había tratado como mercancía y le reprochó que fue la experiencia más desagradable de su vida pues le marcaron la vida y alma, sin embargo a esta visita le siguieron muchas más con diferentes hombres.
Durante un encuentro conoció a un trailero que le aconsejó que cambiara de vida, el hombre le ayudó a escapar, y de esa forma consiguió abordar un autobús de regreso a Oaxaca.
Dijo que como muchas jóvenes en la actualidad creyó en las palabras de un hombre que la engaño con una falsa ilusión y le ocasionó traumas de los que espera recuperarse algún día.
De Arturo no ha vuelto a saber nada, pero espera que algún día se haga justicia pues por ser guapa y de aspecto agradable llamó la atención de delincuentes que sólo la vieron como mercancía y objeto sexual.