Luis Velázquez | Malecón del Paseo
09 de junio de 2021
EMBARCADERO: A la casa de Laura Ruiz acaban de llegar par de periquitos en una jaula… Son hembra y macho… La jaula tiene una casita de madera donde ellos suelen pasar las noches… Incluso, hay días cuando con todo y bañito de sol permanecen encerrados la mitad de las horas… Su piel es multicolor… Fina y exquisita, con los colores verde en varias tonalidades, amarillo y rojo… En el reverso de las alas predomina el color azul… Parecen unas torcacitas… Criaturas diminutas… Por aquí sale el sol, empiezan a cantar… Chilliditos, lo más que expresan… Pero en cada nuevo amanecer y mediodía y tarde, el macho ofrece espectáculo maravilloso acosando y cortejando a la hembra… Y la hembra siempre lo rechaza… Y el macho siempre insiste… Bien podría señalarse de acosador…
ROMPEOLAS: Se ignora si se deberá a la primavera y por eso la pasión volcánica… Pero apenitas salen de la casita de madera y se trepan sobre un columpio, el periquito atrás de ella… Le da besos a picotazos… Se le trata de encimar… Le da besitos alrededor del cuello… Le hace maromas sobre aquel trapecio y luego se le va encima con picotazo suave y querendón…
ARRECIFES: Nadie dudaría de que el periquito sería feliz si tuviera, digamos, como Pancho Villa, veintinueve mujeres (29 hembras) a su lado en la jaula donde viven…Quizá el macho es una especie de Juan Tenorio y siempre anda deseoso en una vorágine pasional descarrilada… Acaso vive la plenitud del idilio y queda insatisfecho, o en todo caso, “entre más tiene más desea”… Quizá la periquita es el primer gran amor de su vida y vive romance…
ESCOLLERAS: Hay mañanas cuando en el columpio únicamente aparece la hembra… Y el macho sigue dormido, quizá, en el llamado “reposo del guerrero” luego de una noche encendida y polvorienta de pasión irrefrenable… Entonces, la periquita canta y brinca de un lado del columpio al otro y se baña en una tinita de juguete y desayuna solita, alegre y contenta del sol tibio que le llega… Hacia el mediodía, el macho se asoma a la puerta y luego de mirar y calibrar el medio ambiente, aparece, reluciente, como guerrero en el campo de batalla, listo para la pelea del nuevo día…
PLAZOLETA: Entonces, recuperada la energía, otra vez vuelve a las andadas… Y corteja a la hembra… Y ella, a evadirse… Y se pone seria, seriecita, molesta, visiblemente enojada, irritada… Pero el macho insiste… Y de pronto, en aquella jaulita uno y otro brincan de un lado a otro… Ella, quizá harta del acoso sexual del macho… Si hablara, la periquita convocaría su legítimo derecho a vivir en paz, sin ser molestada… Pero, bueno, el macho le salió demasiado fogoso…
PALMERAS: Laura Ruiz asiste feliz y dichosa al banquete de la vida… En un principio, los dejaba dormir colgada la jaula de una pared en el patio… Luego, el miedo convertido en pánico y terror le entró, pensando que algún gato por ahí apareciera a media noche y se fuera contra ellos… Desde entonces los periquitos duermen en la sala sobre la mesa del comedor, bien tapaditos, para que sientan que es la noche… Además, con las luces apagadas… El silencio total… A veces, en la mañana, todavía con las sombras tenues cayendo sobre el día que amanece, la hembra ya está cantando y Laura Ruiz escucha sus cánticos en la recámara y se despierta dichosa para atender a sus mascotas…