Luis Velázquez /Escenarios
Veracruz.-1 Nadie quisiera que la priista Érica Blanco Flores y a su pareja sufrieran un ataque de caspa.
Y es que en tiempo volcánico de la yunicidad que se vive y padece han sufrido los primeros mensajitos siniestros que intentan perturbar sus vidas.
El primero fue en contra de la ex delegada de INVIVIENDA en el puerto jarocho con Javier Duarte, y a la que el gobierno azul acusó, ¡vaya calambrito!, de robar una pala en una colonia popular, propiedad oficial, inventariada hasta con el número burocrático.
Y el segundo cuando a su esposo, perito en la delegación de Tránsito, lo detuvieron durante varias horas, al cabo de las cuales fue liberado, pero con la advertencia de que lo investigaban, sin que ningún momento le dieran razones, motivos o pretextos.
Uno y otro debieran renunciar a sus desempeños, digamos, para llevar la vida en paz ante la nueva bufalada del bienio azul, y al mismo tiempo, para decidir una ofensiva, una contraofensiva, una estrategia… por las recochinas dudas.
Y aun cuando, cierto, uno y otro trabajaron en el duartazgo como cientos de priistas, fajándose todos los días en la trinchera, nunca, jamás, jamás, jamás, participaron de trastupijes.
Pero más aún: el calambre resulta extraño y raro, porque Érica caminó un tiempo de su vida pública al lado de Miguel Ángel Yunes Linares y hasta logró una amistad cercana y respetuosa con los hijos.
Y ahora, de pronto, zas, el Yunes azul jefe máximo de la revolución hecha gobierno, el rafagueo en su contra.
Ha de precisarse una realidad: nunca Érica Blanco alcanzó los niveles de poder, digamos, de Enrique Ampudia Mello, Juan Herrera Marín, Jorge Santos Azamar, Luis Sardiña, Luciano Blanco y/o José Yunes Choperena, entre tantos otros, para que el góber azul la haya lanzado de su paraíso y por añadidura, el abuso y el exceso del poder.
Pero, bueno, la vida es así y el poder político suele enloquecer y más cuando se alcanzan las alturas.
El dicho popular es infalible:
“Amigo que se encumbra… amigo que se pierde”.
Más cuando en la cima del poder…, el poder se ejerce con autoritarismo y egolatría.
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Érica Blanca fue la primer lideresa estudiantil en la facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana, teniendo incluso en contra al cuerpo directivo de la institución, pero más aún, de los grupos políticos en turno.
El más importante, el Chirinismo, en que Yunes Linares se desempeñara como poderoso, poderosísimo secretario General de Gobierno.
Tiempo aquel cuando se efectuaban marchas estudiantiles frente al palacio de gobierno, sobre la avenida Enríquez y en la escalinata de la Catedral.
Y de igual manera como en la facultad en la lucha académica, Érica aplicaba un discurso intenso y frenético, impetuoso, como es su temperamento y es la pasión juvenil.
Varios años después como egresada ha desempeñado algunos carguitos públicos, entre ellos, los siguientes:
Dictaminadora en los CEFERESO, en Seguridad Pública federal, asesora en la secretaría de Desarrollo Agropecuario, coordinadora en la secretaría de Protección Civil en la zona sur, subdirectora de la dirección de Gobernación, directora de COVECA, la comercializadora oficial, y delegada de INVIVIENDA en el puerto jarocho.
Siempre, y en todos los caminos que anduvo, en atención a grupos sociales.
Incluso, el último cargo le permitió una cercanía con la población marginada del puerto de Veracruz, aquella que según el CONEVAL se determina porque seis de cada 10 habitantes de Veracruz están atrapados y sin salida en la pobreza y la miseria, y que ha ubicado a las ciudades de Veracruz, Xalapa y Banderilla en los tres lugares estatales de precariedad.
Por eso mismo, su ascendencia y fuerza social entre la población porque aun como funcionaria pública ha estado del lado de la gente, sin caer, como tantos otros, en la soberbia y la petulancia y en el resentimiento, el odio y la venganza.
Su autoridad moral está fuera de duda como para que la Yunicidad intente meterle miedo y temor y terror acusándola del robo de unos trebejos.
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Ahora están ella y su pareja en la Renata, mejor conocida como la Reserva Natural del Talento, de igual manera como cientos de priistas, pues el partido tricolor mudó en un partido de oposición.
Pero nada, absolutamente nada justifica que desde alguna zona sórdida y siniestra de la Yunicidad la estén acosando, intimidando, amenazando, enviando calambres, perturbando su vida.
Ella no se arruga.
Desde antes del liderazgo estudiantil en la UV aprendió a defender sus derechos, pero más aún a defender su dignidad, esa cosita tan etérea, pero al mismo tiempo, razón suficiente y de sobra para vivir “con la frente en alto”.
Además, al mejor estilo de Donald Trump, la yunicidad suele golpear a quienes cree personas débiles y frágiles.
Y si la persona se dobla y arrodilla, entonces, peor tantito, porque el bullying se multiplica, porque Trump, como sus discípulos boqueños, jamás respetarán la debilidad, sino sólo la fuerza.
Érica Blanco está hecha para la pelea. Mejor dicho, para la dignidad, que incluye el respeto a sí misma.
De cualquier forma, ha de caminar con su pareja con mucha, demasiada cautela, porque cuando se tiene el poder político y el poder político absoluto siempre hay oficiosos dispuestos a todo.
Más aún si se recuerda que Topacio, la dirigente priista de Xalapa, y César del Ángel, son los primeros presos políticos del góber azul.