Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- EMBARCADERO: La panista Mariana Dunyaska y el priista Raúl Zarrabal Ferat contendrán en las urnas por la curul federal.
Uno y otro, iguales. Igualitos.
La panista ya fue diputada federal y desea volver al Congreso de la Unión, tribuna nacional. El priista ya fue diputado local, que ahora es la azul, y desea brincar a la diputación federal.
La panista de baja estatura y robusta y el priista igual.
Los dos, mediáticos, hasta decir basta. De pronto, miran una grabadora y una cámara y se electrizan.
El par, entonces, con sus jefecitos de prensa, además, claro, de que también les manejan las redes sociales, las preferidas por Donald Trump, quien a base de tuitazos acalambra el mundo.
Toda su vida, Dunyaska, panista. Y Zarrabal, priista.
La panista, coqueteando, mejor dicho, cohabitando en la LXIV Legislatura con “tirios y troyanos”. A cada rato, por ejemplo, sus fotos con sus homólogos, el ex priista, ahora panista, Basilio Picazo, y el profe Juan Nicolás Callejas Roldán, llamando la atención por el lenguaje corporal entre las partes.
ROMPEOLAS: La panista, de diputada federal a local, suspirando por la curul federal. El panista, regidor, diputado local, secretario de Comunicaciones con el honorable Javier Duarte.
La panista, con su partido político en el poder constitucional. El priista, tiempos de gloria que vivió y experimentó en el fidelato y el duartazgo.
La panista, abanderando las causas mediáticas en el Congreso local, de igual modo como en su momento el priista.
La panista, defendiendo los asuntos públicos en el carril mediático segura y consciente de que así amarra espacio en la prensa, y el priista, por ahora, reducido a tomarse fotos en eventos sociales, al grado de que hasta los cumpleaños infantiles asiste y de paso, hasta pasa a romper la piñata.
La panista, sometida a varias operaciones plásticas para verse mejor, y el priista corriendo todos los días en el bulevar, pero al mismo tiempo, dando festín a su panza atragantándose de tacos parados en sus recorridos por las colonias populares.
ASTILLEROS: La panista, con los vientos favorables para ganar en las urnas. El priista, con nubarrones y huracanes en contra, luego de que su partido perdió la gubernatura, la mayoría en el Congreso local y 175 presidencias municipales en menos de un año.
La panista, con un gobernador fuerte, jugando la batalla estelar de su vida, y el priista, Javier Duarte preso en el penal de Pacho Viejo, Fidel Herrera Beltrán retirado por lo pronto de la escena pública, sin una figura líder en un partido que desde su fundación naciera ligado a un político icónico.
La panista, sin ninguna derrota electoral en las urnas, y el priista, con una derrota, derrota que, por lo general, constituye una gran enseñanza de vida.
La panista, obligada a ganar para amarrar votos a favor de Miguel Ángel Yunes Márquez como candidato a la gubernatura, de igual manera como el priista con Pepe Yunes Zorrilla.
La panista, teniendo el Congreso de su lado para posicionarse más y el priista, lanzado del paraíso terrenal desde hace ratito, retomando el camino andado, el surco lleno ya de monte que ha de cortarse.
ARRECIFES: La panista, y de entrada y al parecer, ninguna mancha partidista ni política. El priista, sin embargo, satanizado.
A: Que convoca a la militancia a votar por él para diputado federal, dejando en libertad a cada uno de sufragar por el gobernador y el presidente de la república, y que de ser así, significa una alta traición.
B: Que suele pactar con los Yunes azules, dada la amistad que existe, o existió, de su padre con el Yunes azul.
D: Que en su paso por la secretaría de Comunicaciones de Javier Duarte quedó ensuciado, fue salpicado, “metió las manos al cajón”, y hubo pacto familiar “para llevar la fiesta en paz”.
D: Que suele jugar doble o triple, según las circunstancias, como antes en que jugara las contras a Beatriz Paredes Rangel en la disputa por la presidencia del CEN del PRI.
Sea cual sea la realidad, el caso es que la cruz a cuestas puede volverse más pesada, considerando las tres derrotas consecutivas del PRI, Duarte preso y más de treinta duartistas en el penal de Pacho Viejo, acusados diecinueve de ellos (jefes policiacos y policías) de desaparición forzada, delito de lesa humanidad que nunca, jamás, prescribe.
PLAZOLETA: La panista ya fue diputada federal y es local, y el priista ya fue diputado local.
Y, bueno, habría de preguntarse el beneficio social concreto y específico, durable y perdurable, trascendente en el tiempo y el espacio social, que ambos generaron para la población.
Dirán, por ejemplo, que un diputado está para legislar, legislar, claro, leyes que solo han dejado un Veracruz pobre y en la miseria, donde 6 de los 8 millones de habitantes están jodidos, viviendo a la quinta pregunta porque la quincena, si la tienen, es insuficiente, y los otros, sobreviviendo, digamos, gracias a un changarrito de picadas y gordas.
Y si, digamos, regalaron despensitas, populismo mesiánico. Y si obsequiaron cuadernitos y lapicitos para los niños escolares, populismo. Y si les pagaron taquitos parados a los electores, populismo ramplón y barato.
Y aun cuando la chamba de un diputado es legislar, también hay quienes se vuelven gestores sociales de obra trascendente para sus pueblos, y en el caso, mucho, demasiado, se duda.
PALMERAS: Se ignora, por lo pronto, el candidato de MORENA que competirá con la panista y el priista.
Pero nada, absolutamente nada, indica que con algunos de ellos la vida cotidiana de la población jodida, pobre y en la miseria, habrá de enaltecerse con dignidad.
La migración de paisanos a los campos agrícolas de concentración en el Valle de San Quintín y a Estados Unidos seguirá, inalterable.
La producción y exportación de trabajadoras sexuales de Veracruz al resto del país ninguno detendrá.
Tampoco ninguno posibilita que alentará la creación de empleos y empleos dignos pagados con justicia laboral.
Antes, cuando fueron diputados, ninguna huella social dejaron, y ahora que de nuevo buscan la curul, solo forman parte del desencanto y el hartazgo colectivo.