- La zozobra como pesadilla
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: Ninguna señal se advierten en los 40 días y noches de la Cuitlamanía para restablecer el Estado de Derecho, tan noqueado que dejaran sus antecesores. La vida se ha vuelto más sórdida y siniestra. Hacia el día 38, 164 muertos, veintitrés feminicidios y 38 secuestros.
Las expectativas levantadas en la campaña electoral se están enfriando.
Incluso, parece caricatura la declaratoria del gobernador en la cancha mediática pidiendo a papá AMLO que ya, porfis, por favorcito, envíe a la Guardia Nacional para ver si aquí, en Veracruz, logra el mismo efecto que la Policía Charra de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México.
Solo faltaría que el góber jarocho solicitara permiso, o sin permiso, resucitara la Guardia Rural que tanto sirviera a Benito Juárez García y Porfirio Díaz Mori.
Es más, la percepción social de la Cuitlamanía es que dispone de poco margen de maniobra. Y más, cuando en un acto, digamos, berrinchudo, inculpa “a tiro por viaje” al Fiscal Jorge Wínckler Ortiz de la ola de violencia cuando, caray, de acuerdo con el Estado de Derecho y el organigrama oficial, el primer responsable de garantizar la certidumbre en la vida y en los bienes es el secretario de Seguridad Pública, con o sin pistola al cincho.
PASAMANOS: Lo peor han sido el par de diputados locales, José Manuel Pozos Castro (Tuxpan) y Adriana Paola Linares Capitanachi (Poza Rica) “tirando su espada en prenda” y acusando a los medios, ¡vaya desproporción!, de presionar al gobernador con el asuntito de la inseguridad.
Claro, se explicaría, quizá el par de legisladores habría buscado un beneficio extra, aun cuando Pozos Castro lo defendió en gratitud al nombramiento de su hijo como subsecretario de Finanzas y Planeación.
Pero más allá de las ocurrencias y defensas irracionales, fuera de orden, sin sentido, la realidad es avasallante.
El paisaje urbano, suburbano, rural e indígena está lleno de secuestros, desapariciones, asesinatos, feminicidios, cadáveres tirados en la vía pública, cadáveres flotando en los ríos, gente decapitada y descuartizada, grave pendiente del secretario Hugo Gutiérrez Maldonado.
Y por añadidura, en la impunidad, tarea del Fiscal Jorge Wínckler.
CORREDORES: 40 días después, se ignora si habrá cambios en la estrategia de seguridad. Pero en tanto, los cambios, si existen, ningún resultado han dado.
Claro, claro, claro, en ningún momento Veracruz “ha estado solo en esta implosión” (Jan Martínez Ahrens).
Han sido días y noches y horas volátiles.
Los malandros mostrando el puño y el músculo, dueños de la agenda pública, recrudeciendo las formas del horror y del terror.
Asaltando a comensales en restaurantes.
Tirando los cadáveres en despoblado habitado por coyotes y zopilotes, tan fino olfato que tienen para la muerte.
Chicas secuestradas y asesinadas porque los padres carecen de liquidez.
Niños asesinados.
La población civil, en medio de los 40 días fatídicos que han caminando.
Y como ningún ciudadano puede cantar victoria de que ya la libró, así tenga guardias personales con su familia, el desaliento y el pesimismo campean de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
RODAPIÉ: Nadie, claro, esperaría un milagro de la Cuitlamanía, con todo y que en 40 días, Fernando Gutiérrez Barrios pacificó Veracruz y barrió con “La Sonora Matancera” heredada por Agustín Silvestre Acosta Lagunes.
Y ni se digan los días tranquilos vividos en el sexenio de Fernando López Arias, el famoso e implacable ex procurador de Justicia de la República que encarcelara, por cierto, a Demetrio Vallejo, el gran líder ferrocarrilero, y al pintor David Alfaro Siqueiros, en el penal de Lecumberri, el palacio negro de entonces.
Pero con tanta violencia en tan pocos días significa que la Cuitlamanía está fallando. Y ante la mirada social, no puede.
Su equipo de seguridad, en el principio de Peter.
La turbulencia que sacude y estremece a Veracruz nos ha llevado a todos a una recesión, más que económica o financiera, a una recesión social, donde “la muerte tiene permiso” y “la vida no vale nada”.
Y lo peor entre lo peor, donde los carteles y cartelitos, los sicarios y pistoleros, los malosos y los malandros, deciden la lista de las defunciones, niños, mujeres, jóvenes y ancianos, pues así, táctica de la guerra de Estados Unidos en Vietnam, multiplican el terror y el horror y evidencian más a la Cuitlamanía.
El par de maestrías y el doctorado del secretario de Seguridad Pública de nada sirven. Quizá, más que para adornar su oficina o su biblioteca en casa.
BALAUSTRES: Con el primer sexenio de izquierda, Veracruz está lejos, demasiado lejos, de “alcanzar la velocidad de crucero prometida” en la campaña electoral.
Y la petición populista de que en dos años pacificará Veracruz se traduce, a estas alturas, como una ofensa y una humillación, y lo peor, “una tomadura de pelo”.
Y es que si en 38 días llegaron a 164 muertos, 23 feminicidios y 38 secuestros, divídanse los 720 días de dos años entre 38 días y se derivará el número de asesinatos y feminicidios y secuestros que todavía pudieran, digamos, ocurrir en los próximos meses, pues así como vamos es “la hora de hacer cuentas con la realidad” (Otra vez, Ahrens).
El saldo es fatídico. La incertidumbre y la zozobra en el diario vivir es una zona de enorme sensibilidad social.
Y en contraparte, oh paradoja fifí y sabadaba, el gobernador cacareando una y otra y otra y otra vez, y en sus redes sociales, que “estamos llenos de esperanza. Vienen cosas muy buenas”.
Se ignora si llegarán. Pero, bueno, Javier Duarte era más real y decía que “vendrán cosas peores” y quizá por eso mismo terminó en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.