Muchas personas entienden que la otra parte de la relación se tire pedos en su presencia y hay otras que ni lo entienden ni lo soportan, aunque lo hagan. Y esto tiene consecuencias en las relaciones, en el tipo de vínculo, en la satisfacción y calidad de las mismas, en la construcción de su deseo sexual y en lo a gusto que se encuentran a tu lado.
Para algunas personas, que su pareja prefiera explotar antes de liberar sus gases acompañada, cuestión no solo necesaria sino saludable, supone una falta de confianza innegable. Por el contrario, para otras, resulta una falta de respeto innecesario y siempre expulsarían sus flatulencias en un lugar íntimo y tratando de que, ni el sonido ni su aroma, alcancen lo oídos o narices de quien aman. No vaya a ser que se descubra un aspecto poco agradable, que quizá no se sepan gestionar, ni maride adecuadamente con aquello de despertar la pasión o que me quiera a largo plazo.
Uno de mis lemas es: “No se puede vivir como invitada en tu propia casa.” Así que, ¡suéltalo, suéltalo! como la princesa Elsa, de la película Frozen. Hacerlo podría ser un buen medidor de el estado de apertura e intimidad de la pareja.
Como bien indicó Francisco de Quevedo en su tratado Gracias y desgracias del ojo del culo: “Se ha de advertir que el pedo antes hace al trasero digno de laudatoria que indigno de ella… Es cosa alegre, pues donde quiera que se suelta anda la risa…. Y es probable que llega a tanto el valor de un pedo, que es prueba de amor; pues hasta que dos no se han peído en la cama, no tengo por muestra el amancebamiento.”
LA PRIMERA VEZ
Lo cierto es que el primer pedo siempre sorprende, pudiendo generar risa, vergüenza, enfado o asco, pero seguro que ofrece un punto de inflexión en la relación. ¿En qué sentido? ¿Cómo resolverlo si fuera necesario?
Paco: “Mari, yo no sabía esto de ti.” Mari: “Pues ya lo sabes, Paco.”, así. Tanto en consulta como entre amigos (una amigo de una amiga, ya sabéis), descubrí cómo una flatulencia mientras ella dormía, durante su primera noche juntos, despertó una ternura increíble en él, dando lugar a un vínculo más profundo y cercano. También cómo la cuadrupedia, utilizada como postura sexual, ofreció una música y aroma ambiental un tanto peculiar, en un primer encuentro sexual, que no impidió que acabara en boda y dos hijos.
Así que relájate, no se acaba el mundo si se te escapa, y disfruta. Pero nunca se sabe el efecto que tendrán, pues no todo el mundo opina igual. Quizá no te hayas planteado nunca estas cuestiones pero podrían ayudarte a tomar consciencia sobre el poder de las ventosidades en tu vida sexual: ¿Cómo afectan a tus relaciones? ¿Supone una cuestión importante en pareja? ¿Hay un antes y un después del intercambio de ventosidades? ¿Cuáles crees que huelen peor, los de ellos o los de ellas?¿Benefician los pedos sexualmente?
LA MEJOR VERSIÓN
Cuando conocemos a alguien tratamos de mostrar nuestra mejor cara, nos idealizamos sin mostramos al 100%. Aunque creas que eres muy natural en esas primeras citas, la realidad es que te estás guardando determinados aspectos personales, y gases, que consideras no muy apropiados para esos primeros encuentros. Al igual que tu mal humor quizá se suavice o desaparezca, si te interesa la persona en cuestión, e incluso puedes reservar determinados temas para posteriores debates, si la cosas llegaran a más.
Enamorarse es proyectar en el otro lo que esperamos de él o ella. Aunque se suele esperar bastante para mostrar esas pequeñas, y quizá desagradables, muestras de humanidad; la fase de enamoramiento, siempre que sea correspondida, puede ser el mejor momento para reírse con ese pedo furtivo, que viaja bajo la sábana o la mantita, mientras disfrutáis vuestra serie favorita.
Puede resultar obvio que, a mayor vinculación, cariño y conocimiento de la otra parte, podamos mostrar, lo que consideramos nuestra cara B, sin temor a que desaparezca por cuestiones que le resulten desagradables. Sin embargo, en esa fase incipiente de la relación, por una cuestión meramente bioquímica que nos ofrece ilusión, aceptamos alegremente muchas cuestiones que, quizá en una fase posterior, más tranquila, molestaría.
Pero también por entender que ha tardado años en mostrarse tal cual es y cómo siente y funciona su sistema digestivo. Una pareja en consulta, tras 10 años de convivencia, me comentaba que ella no se había tirado un pedo delante de él hasta hacía un año, y eso le hizo plantearse que ya no le importaba ni deseaba a su marido. Él, por el contrario, se dio cuenta de lo poco que conocía a su mujer, y sintió que no se había dejado llevar hasta ese momento. Le generó tristeza, pero y lejos de alejarse, sintió que podía ser un buen momento para enriquecer la relación amorosa y sexual.
EL PODER DE LA IMPERFECCIÓN
Puede que la posibilidad de escapes estrese un poquito en las primeras citas y decidas esconder, por ahora, aquello que consideras que se aleja de la supuesta perfección, que intuyes que la otra persona espera y es determinante para repetir. Aunque asomar pequeñas imperfecciones, te podrá hacer más accesible, creíble y deseado. Todas las personas tenemos cuestiones que nos alejan de la perfección y eso es maravilloso; más aún si encontramos a otra persona que no nos hace sentir un desastre, por ser humano, sin más.
Que sí, que no hay que prejuzgar a los demás, pero seamos sinceros, tenemos miedos, nos esconcemos y tiene su lógica. Además de ser una cualidad humana necesaria para la supervivencia, también en el mundo de las citas, discriminar quién merece una segunda cita, o más, ha de resolverse en esas escasas horas que compartís. No vas a enseñar todo lo ‘chungo’ a la primera, como estrategia de seducción.
Salvo que te guste y sepas que le gustará, claro. La Eproctofilia es el fetichismo por los gases. O sea, deseo sexual por las flatulencias humanas. Ya sea por su olor, su sonido o el hecho en sí de saber que alguien se lo tira o dónde. Que te haga gracias una ventosidad no significa que seas eproctofílico, pero que te excite u ofrezca un placer especial olerlos, quizá sí. Es más habitual de lo que nos pensamos, por cierto.
De hecho, un estudio de la Universidad de Exeter, Reino Unido, podría demostrar que oler los pedos de tu pareja es bueno para tu salud, al ayudarte a prevenir algunas enfermedades; según uno de los responsables, el Dr. Mark Wood.
HUELEN PEOR
Por cierto, somos las mujeres las que solemos aguantarnos más, por cuestiones sociales pero también olfativas. Según Michael Levitt, gastroenterólogo de la Universidad de Minnesota y el mayor experto mundial en cuanto a flatulencias, las de mujeres tendrían una concentración mayor de ácido sulfhídrico que el flato de los hombres, lo cual provoca que huela peor. Entiendo que la naturaleza cíclica hormonal femenina afecta a este hecho. Pero ellos compensarían al desprender un mayor volumen de gas en cada ventosidad. Así que todos huelen mal, ya sea por concentración como por volumen, pero siempre te olerá peor el del otro. Además, el olor de tus pedos es único, tanto que podríamos identificarte por ellos. Piensa esto antes de lanzarte en el ascensor, te acabarán encontrando.
La imperfección sí es natural, la interpretación que le damos a la imperfección, no lo es. Porque hay cuestiones que ocultamos como si lo fueran, pero forman parte de nuestra salud y el buen funcionamiento de nuestro organismo.
Pero si es demasiado busca ayuda profesional y no tortures a tu familia, por favor. Ser tú, es lo que más enamora pero, como ocurre en cualquier área de vuestra vida en común, llegar a acuerdos con la pareja es necesario. Comunicaos y determinad qué vais a hacer con vuestras ventosidades, respetando las decisiones. Un pedo podrá unir más o no, pero la comunicación siempre ofrece resultados satisfactorios y algunas risas.
NOTA: EL MUNDO https://www.elmundo.es/vida-sana/sexo/2023/05/01/644b4ee621efa0b55c8b45ea.html