Luis Velázquez | Expediente 2021
05 de junio de 2021
Luego del triunfo de la revolución cubana, en 1959, Fidel Castro Ruz lanzó la más intensa campaña de alfabetización para enseñar a leer y escribir a una población en los primeros lugares de América Latina en la oscuridad educativa.
Entonces, miles de jóvenes, entre ellos, el joven escritor José Agustín, fueron a Cuba fascinados con “Los barbones” castristas para el activismo pedagógico.
En un dos por tres, Cuba quedó alfabetizada. Incluso, tanto nombre, fama y prestigio en el continente que Castro integró brigadas educativas para enseñar a leer y escribir en el resto de América Latina.
Uno de los amigos de Castro era Gustavo Carvajal Moreno, el secretario de la Reforma Agraria y presidente del CEN del PRI con su amigo José López Portillo.
Y cuando Fidel Herrera Beltrán gobernara Veracruz, Carvajal Moreno le ofreció cabildear con Fidel Castro aquellas brigadas para alfabetizar a la población jarocha.
Nunca aceptó Fidel. Siempre rechazó la posibilidad según contaba Carvajal.
Ahora, y luego de dos años y medio, con la 4T en Veracruz el número de analfabetas, de 14 años de edad pa’lante, llega a unos 550 (quinientos cincuenta) mil de acuerdo con los Cuadernillos Municipales de la secretaría de Finanzas y Planeación.
La SEFIPLAN exhibe a todos y cada uno de los 212 presidentes municipales pues enlista a los analfabetos por sexo y edades, aun cuando, de paso, también exhibe al gobierno del Estado.
Por eso, ahora cuando sean elegidos los 212 alcaldes del periodo 2022/2025, una vez más, quizá, quizá, quizá, la esperanza pudiera renacer en cada demarcación para ver si las nuevas autoridades se ocupan con hechos y resultados de la alfabetización de un pueblo donde florecieron Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher, Rafael Delgado y Carlos A. Carrillo.
Y también, claro, los próceres educativos, Adolfo Mota Hernández, Víctor Arredondo Álvarez y Zenyazen Escobar.
SÍNDROME ADOLFO MOTA
La tarea, cierto, es de la secretaría de Educación, SEV. Pero también de cada uno de los alcaldes.
Si la SEV de Zenyazen tuviera como prioridad enseñar a leer y escribir a los analfabetos bien pudo haber lanzado en los dos años y medio que van una cruzada cívica fuera de serie, excepcional, convocando a los ediles en funciones.
Incluso, una campaña que por añadidura sirviera para agigantar su imagen como “el maestro de todos los tiempos” como le gusta le llamen luego de su tiempo strippero en la región centro de Veracruz.
Más importante fue, por ejemplo, integrar la Orquesta Sinfónica de Salsa con profesores para congraciarse con el góber de la 4T, su amigo y cuate.
Más importante fue, y es, empujar a su esposa a cargos públicos y también a su amigo histórico, el cadenero del antro donde laboraba, ungido jefe de prensa de la anterior y presente Legislatura.
Más importó, entre otras cositas, desaparecer del mapa a aquel funcionario incómodo e indeseable que lo exhibiera con empresas fantasmas.
El síndrome de Adolfo Mota de soñar con que desde la SEV brincaría a la rectoría de la Universidad Veracruzana y luego a la candidatura priista a gobernador, encarna ahora en Zenyazen, cierto, como legítima aspiración de los políticos automáticos, utilizando el cargo para quedarse, digamos, con “la joya de la corona”.
Pero en contraparte, y además del analfabetismo, la calidad educativa en el sótano, el rincón más arrinconado del infierno pedagógico.
Y, bueno, si el titular de la SEV sueña con la utopía, mucho menos interesa a los presidentes municipales.
Con todo, y como cada cuatro y seis años, el país se reinventa con la llegada de los nuevos próceres de la vida cívica, quizá con los ediles que serán elegidos mañana, podría empollarse la posibilidad.
VIVIR DE LA ESPERANZA, QUÉ BONITO…
En el barrio hay un albañil de unos 60, 65 años. Está casado y es padre de dos hijos, ya mayores. Llegó a Veracruz huyendo de una comunidad de San Andrés Tuxtla donde el desempleo prevalece. Siguió a una hermana, trabajadora doméstica.
Y se empleó de albañil. Es analfabeta. Nunca fue a la escuela ni tampoco en el camino de la vida se ocupó de clases nocturnas porque “el hambre muchas cornadas suele dar”.
Apenas, apenitas, aprendió dos cositas fundamentales. Una, escribir su nombre copiando letra por letra, igual que Pancho Villa. Y dos, aprender los números del uno al diez para contestar el celular que le dieron sus hijos… para una emergencia.
Nunca en su vida un alfabetizador de la SEV ni del municipio tocaron a su puerta. De la colonia donde vive para trasladarse en autobús urbano al centro de trabajo se guía por los colores de los carros.
Y cuando ha subido al bus, la primera pregunta, por si las dudas, es al peatón más próximo y/o al chofer de la ruta urbana.
El albañil se llama Santiago y es un hombre de 60, 65 años y que en el tiempo de Adolfo Mota en la SEV exponía como justificante para decir que enseñar a leer y escribir a la población senil, la mayoría, era una proeza fuera de serie.
Pero si se consultan los Cuadernillos Municipales de SEFIPLAN (se ignora si estén actualizados) hay analfabetas de 14 años de edad en adelante.
Ni a la revolución hecha gobierno priista ni tampoco al movimiento político guinda y marrón ocupa el analfabetismo.
Pero como cada cuatrienio y sexenio, el país se reinventa, la esperanza resucita con los alcaldes que serán elegidos…