Redacción El Piñero
La madrugada del domingo -9 de julio-, en la oscuridad de la pista 145D, tramo Cosoleacaque-Acayucan, un hecho tan inesperado como alarmante dejó al descubierto la vulnerabilidad que acecha a los viajeros nocturnos. Mientras la mayoría de la gente reposaba en sus cómodas camas, un grupo de insidiosos delincuentes urdía un plan para asaltar un autobús de la línea Kolors.
Alrededor de las 3 de la madrugada, el audaz conductor de un autobús de la línea ADO, guiado por su instinto de supervivencia, logró escapar de las garras de los maleantes. Sin embargo, la misma suerte no acompañó a los desprevenidos pasajeros del autobús de la línea Kolors, quienes se vieron atrapados en una encrucijada de peligro y angustia.
Los malhechores, armados hasta los dientes, anhelaban derribar la unidad de transporte, sumergiendo a todos en un torbellino de violencia y temor. Al no lograr concretar su perverso cometido, trataron de abordar la unidad en un desesperado intento por despojar a los pasajeros de sus pertenencias. La oscuridad de la noche y la proximidad del autobús de Ado jugaban a su favor, pero no contaban con la valentía y la rápida reacción del conductor y su intrépido equipo.
Como si estuvieran interpretando una coreografía ensayada, el conductor y el personal de asistencia presentes en el vehículo actuaron con precisión y agilidad. Con determinación férrea, uno de los asistentes se plantó frente a la puerta principal, obstaculizando el ingreso de los criminales. Mientras tanto, el conductor maniobró con destreza y logró inclinar la unidad en una volcadura improvisada, evitando así que los malvivientes lograran su cometido.
La pronta intervención de los elementos de la Guardia Nacional, que se encontraban cerca de la zona tras haber pasado por un retén minutos antes, fue un bálsamo para las almas atormentadas de los pasajeros. Los uniformados, en una exhibición de eficacia y rapidez, se presentaron en el lugar de los hechos, garantizando la seguridad y el resguardo de todos los afectados.
Afortunadamente, en medio de esta vorágine de peligro y violencia, ningún pasajero resultó herido físicamente. Sin embargo, el trauma emocional y el miedo persisten en las mentes de aquellos que presenciaron en carne propia esta impactante odisea. Lamentablemente, la cruda realidad vivida en esa fatídica madrugada parece haber sido ignorada. Pero yo –dijo una de las pasajeras que viajaba a bordo– en calidad de testigo ocular, puedo afirmar con certeza la veracidad de cada palabra que he expresado.