Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: Se vive y padece en Veracruz en medio de tres fuegos. El fuego de la violencia. Y el fuego de la injusticia. Y el fuego, claro, de la impunidad.
Hay días, como el viernes 19 de octubre, en que el mundo parece venirse encima con ocho muertos.
Hay otros días en que el clamor silencioso, pero intenso, de las madres con hijos desaparecidos llega al grado del paroxismo, y como dijera aquel del siglo pasado, “ya no sabe uno dónde se alza el porvenir”.
Hay días peores, cuando se mira hacia el pasado inmediato y los días y las noches se recuerdan llenos, más que de nostalgia, de sufrimiento y dolor porque al tsunami de la incertidumbre se añade la zozobra de la impunidad.
Entonces, el ciudadano común y sencillo descubre y redescubre que toda la fe, y la esperanza, y la confianza en las elites gobernantes se ha perdido.
PASAMANOS: Inaudito, por ejemplo, lo que dijera la vocera del Colectivo por la Paz Xalapa, la señora Sara González Rodríguez:
Ellas tienen la sospecha de que los cadáveres sin identificar son vendidos por la Fiscalía General de Jorge Wínckler, por ejemplo, a facultades de Medicina que necesitan cuerpos para el estudio de los alumnos.
“Entonces, tenemos la sospecha que es donde podrían estar esos cuerpos pues un cuerpo no puede caminar solo, alguien lo llevó a un lugar”.
Y es que la vocera del Colectivo por la Paz Xalapa documenta el caso de su hijo, Ivanohe Mass González, desaparecido en el año 2010, y meses después fue notificada para que acudiera a identificarlo, y cuando llegó, el cadáver ya no estaba.
“Hay cuerpos desaparecidos y resulta que no aparece el cuerpo y están varios casos así”.
Y, caray, sin con Javier Duarte los cadáveres eran tirados en la barranca de la muerte, “La aurora”, en el municipio de Emiliano Zapata, ahora con el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares resultaría que los cadáveres caminan, oh Señor de Señores, milagros que nunca imaginó Jesús cuando resucitara a su amigo Lázaro.
CORREDORES: Los días y noches son peores, pues el colectivo Solecito, luego de ser premiado por la Universidad Notre Dame, de Estados Unidos, volvió a lo suyo como es la búsqueda frenética de sus hijos.
Y es que de pronto, igual que en el año 2013, les llegó un aviso anónimo de presuntas fosas, igual que cuando las fosas de “Colinas de Santa Fe”, pero ahora en el llamado Kilómetro 13 y medio, el nuevo atajo jarocho para moverse de la autopista de Veracruz a Xalapa alrededor del consorcio industrial de TAMSA.
Ya accedieron y buscan pistas. La Procuraduría General de la República, PGR, les otorgó la bendición, y con ayuda de la Policía Científica de la Policía Federal se movilizan.
La señora Rosalía Castro Toss, otra de las madres activistas, busca a su hijo Roberto Carlos Casso desaparecido en el año 2011, el segundo año de Javier Duarte.
Y es que parte de los terrenos donde de manera presunta hay fosas clandestinas son de la Administración Portuaria Integral y otra parte de cuatro propietarios, con quienes están en diálogo para el permiso correspondiente de la búsqueda.
Por fortuna, la Fiscalía winckleriana es ajena en el caso, pues su fama pública es que todo lo bloquea, además del menosprecio y el desdén en contra de las madres del Solecito, a quienes, ha satanizado y exhibido.
RODAPIÉ: Hay días igual de turbulentos.
El viernes 19, tres acribillados en Cosoleacaque. Rafagueados. En un bar.
Otro hombre más baleado en la colonia Casa Blanca, en Xalapa.
Un vendedor de jugos, de simples jugos callejeros, asesinado en Coatzacoalcos.
Tres cadáveres de jóvenes descubiertos en un cañaveral de Fortín, los tres maniatados para que como cadáveres no pudieran escapar.
Un obrero más asesinado en Chinameca.
En un solo día, aun cuando la mayoría de todos los días y noches son iguales, o peores.
BALAUSTRES: El bienio azul está a punto de concluir. Estamos a seis semanas. Y el tsunami de violencia e injusticia será el legado histórico a Cuitláhuac García, el primer gobernador de la izquierda, izquierda delirante, que llegará al poder sexenal, la misma herencia, por cierto, de Javier Duarte a Miguel Ángel Yunes Linares.
El lastre es viejo. Se arrastra, por ejemplo, desde el tiempo de Patricio Chirinos Calero cuando permitiera que el capo José Albino Quintero Meraz, quien purgara una condena años después en el penal de Almoloya, debutara en Veracruz con vientos favorables y en tierra fértil, a tal grado que en el fraccionamiento Costa de Oro, de Boca del Río, tenía doce casas de seguridad, y en una de ellas era vecino de Miguel Alemán Velasco.
La vida prendida con alfileres. Ningún ciudadano puede gritar “a los cuatro vientos” que ya la libró. Ni tampoco puede estar seguro de que ninguna bala perdida segará su vida.
Se dirá, cierto, que es el pendiente nacional. Pero al mismo tiempo, allá cada gobernador con sus problemas, pues aquí, en Veracruz, la muerte sigue teniendo permisos y los malandros, sicarios, pistoleros, capos y barones de la droga, carteles y cartelitos siguen sonando los tambores de guerra, campantes y victoriosos.