Luis Velázquez/ Barandal
13 de agosto de 2019
ESCALERAS: Hay en Veracruz pendientes sociales concretos y específicos. Entre otros, los siguientes:
La terrible y espantosa desigualdad económica y social. Doscientas familias acumulan el 60 por ciento de la riqueza estatal. Y en contraparte, 6 millones de los 8 millones de habitantes en la pobreza y la miseria.
La desigualdad educativa. Todos los niños pobres, decía Víctor Hugo, el autor de “Los miserables”, tienen el mismo legítimo derecho de los niños ricos a una educación de calidad.
Veracruz, por ejemplo, casi en el sótano de la calidad educativa nacional, a la altura y el nivel de Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
PASAMANOS: Un millón de paisanos de migrantes sin papeles en Estados Unidos, todos ellos huyendo de la jodidez en Veracruz ante el fracaso de la política económica, y en donde de nada sirve regalar peces y panes (ninis, subsidios a madres solteras, apoyos a abuelos cuidando a los hijos, etcétera) en vez de enseñarlos a pescar.
Uno de cada 3 jefes de familia llevan el itacate y la torta a casa con el ingreso derivado del changarro en la vía pública, vendiendo picadas, gordas, tacos, tostadas y panuchos, con refresco de cola.
CORREDORES: Un sistema de salud pública colapsado y en todos los frentes. Hospitales públicos, Seguro Social, ISSSTE.
Días cuando, y por ejemplo, los médicos suspenden operaciones quirúrgicas porque el aire acondicionado sigue descompuesto.
Familiares de enfermos obligados a comprar las medicinas ante el desabasto. Incluso, hasta llevar batas y ropa de cama y jabón y papel de baño.
Peor tantito: forzados a pagar las radiografías en una clínica particular porque los aparatos continúan fuera de servicio.
BALCONES: “Muchas cornadas da el hambre” intituló Luis Spota a una de sus novelas.
Y cierto, “muchas cornadas” suele dar el hambre cuando de un estado pródigo en recursos naturales, Veracruz está habitado por gente en la miseria.
Pero otra cosita, mil años luz de distancia, significa la ola de violencia, descarrilada en todos y cada uno de los rincones de la tierra jarocha.
Inverosímil: en Soledad de Doblado, uno de los pueblos más tranquilos y pacíficos, apareció el primer cadáver flotando en el río Jamapa, a la altura de una colonia popular, nunca antes visto en la historia local.
PASILLOS: Por eso, los zapatos le quedaron demasiado grandes, zapatos de payasito de circo populachero, al gobierno de MORENA.
Ninguna grandeza política y social tipo Fernando Gutiérrez Barrios, quien en los primeros 40 días pacificó Veracruz enfrentando a la famosa y terrible y espantosa “Sonora Matancera”.
Ninguna vocación social tipo Dante Delgado, con la más insólita otra social en cada pueblo de la geografía estatal.
Ninguna dimensión política gigantesca tipo Fernando López Arias, quien mantuvo tranquilo a Veracruz durante el sexenio.
Ninguna habilidad política tipo Fidel Herrera Beltrán, quien dejara contentos a la mayor parte de la población con todo y su estilo personal de ejercer el poder.
VENTANAS: Han transcurrido 8 meses y medio. Y el desencanto social se multiplica en el gobierno de Veracruz.
Incluso, y lo peor en la historia de un político, termómetro social inobjetable, las señoras en la tarde pastelera, en la zumba y en el cafecito de la mañana se pitorrean del gobernador y los suyos.
Y cuando miran la televisión y de pronto aparece el góber en una entrevista callejera, pronunciando un discurso, asistiendo a un evento público, le cambian de canal y mejor buscan si por ahí andan “El Vítor”, o de perdis, Andrés García con su bombita.
La generación de MORENA en el palacio de Xalapa, en su principio de Peter.