Luis Velázquez /Escenarios
06 de marzo de 2018
UNO. Estado rico y gente jodida
Veracruz fascina y desconcierta. Estado rico y gente pobre. 200 familias dueñas del 60 por ciento de la riqueza. Seis de cada 10 habitantes, en la pobreza, la miseria y la jodidez. Medio millón de personas sólo hace dos comidas al día.
Veracruz, primer lugar nacional en la producción y exportación de trabajadoras sexuales, la venta del cuerpo para llevar el itacate y la torta a casa.
Un millón de paisanos migrantes en Estados Unidos.
600 mil personas de 14 años de edad en adelante, analfabetas.
Un millón de paisanos, con la escuela primaria inconclusa.
Otro millón, con la secundaria incompleta.
600 mil personas con el bachillerato a medios.
De cada cien niños egresados de la escuela primaria únicamente diez llegan a la universidad y sólo uno se titula.
Y en medio de todos ellos, el cuarteto de candidatos a gobernador. Cuitláhuac García, Miriam González Sheridan, Miguel Ángel Yunes Márquez y Pepe Yunes Zorrilla.
¡Tened fe! ¡”La adversidad podrá quitarnos el triunfo, pero nunca, jamás la gloria!… de arriesgar la vida en las urnas.
DOS. Vivir a la quinta pregunta
Agustín Lara y Toña la negra, Pepe Guízar y Chavela Vargas, Salvador Díaz Mirón y Manuel Maples Arce, José Emilio Pacheco y Juan Vicente Melo, bueno, hasta Pablo Neruda, se asombraron con la riqueza natural y el paisaje de Veracruz.
Bruno Traven en su “Rosa Blanca” cuenta deslumbrado los yacimientos cuando Lázaro Cárdenas era el jefe de la zona militar en Poza Rica y naciera en su corazón la expropiación petrolera.
Y luego de 500 años de las Leyes de Indias y del sifilítico Hernán Cortés trayendo la evangelización a partir de los cañones y los fusiles, la depredación social, un millón de indígenas y dos millones de campesinos y tres millones de obreros viviendo a la quinta pregunta, en la peor desigualdad económica de que se tenga memoria.
Con todo, incluso, que Alejandro de Humboldt quedara atónito con la terrible y espantosa desproporción social que existía hace 200 años y todavía subsiste como uno de los peores males de la caja de Pandora.
Más, mucho más hizo el segundo virrey de México, Luis de Velasco, cuando su primer acto de gobierno fue dejar en libertad a 150 mil indígenas que trabajaban en las minas, pues las vidas humanas de todos ellos eran más importantes que todas las minas juntas, dijo.
TRES. Miseria moral
Quince meses después de la yunicidad, se vive y padece una miseria material y moral, a pesar de que el sectarismo azul predique un nuevo mundo, el mundo social con que soñaba Tomás Moro con las utopías, José Vasconcelos con la raza cósmica y Emiliano Zapata con la comuna.
Y lo peor, a estas alturas resulta infantil seguir inculpando a Javier Duarte y Karime Macías del infierno en que estamos atrapados.
Infierno social, económico, educativo, de salud y de seguridad.
Y también, claro, con la esperanza hecha cachitos para soñar con un presente y un futuro digno.
Más, cuando luego de 40 días de precampaña electoral, la población nunca, jamás, levantó la moral para tener fe y confianza en alguno de los cuatros candidatos al trono imperial y faraónico.
Tan es así que el 50 por ciento de los electores (5 de cada diez) siguen indecisos, pues nadie, absolutamente nadie los convenció con el discurso, sus palabras, sus declaraciones, sus acciones y sus hechos.
CUATRO. Nadie puede negar la pobreza
Hay un pueblo jodido que nadie puede negar.
Los optimistas dirán, por ejemplo, que van a un café y el café está lleno. Y van a plaza comercial y está llena. Y van al cine y hay colas.
Cierto.
Pero nadie camina en las ocho regiones indígenas de Veracruz, por ejemplo, para conocer en vivo y directo la terrible y espantosa marginación social, aun cuando, claro, la panista Indira Rosales San Román vistió de indita, se puso trenzas largas y pestañas postizas y fue a la sierra de Zongolica, para enseñar a las compitas a echar tortillas a mano en estufas ecológicas y ganó la candidatura pluri al Senado.
Son los dos Veracruz. El Veracruz urbano y el Veracruz indígena y rural. El Veracruz con servicios y el Veracruz en la jodidez absoluta. El Veracruz de las plazas comerciales y el Veracruz donde los niños van a la escuela sin desayunar y quedan dormidos en el pupitre con el hambre y la anemia avasallando sus días.
El cuarteto de candidatos a la gubernatura anunciando el paraíso terrenal cuyo antecedente de promesa populista, mesiánica y demagógica se pierde en la noche sórdida del tiempo.
CINCO. Gobierno de una minoría
La democracia, entonces, queda achicada a un nuevo concepto. Es el gobierno de una minoría que se va alternando con otras minorías.
Antes, en Veracruz, la gubernatura en manos de priistas. Ahora, en manos de un panista. Y en el carril electoral la disputa entre MORENA, primer lugar, PAN en segundo, y PRI en tercero.
Pero como siempre sucede, las mieles del poder sólo se reparten entre las elites, los jefes de jefes, las cúpulas, unos cuantos, pues la militancia, y ni se diga la población, son utilizadas como “carne de cañón”.