Luis Velázquez /Escenarios
Veracruz.-1 Medellín, el pueblito del mango petacón, se ha vuelto un botín de guerra para los políticos. Al momento, por ejemplo, hay una veintena de precandidatos a la presidencia municipal de cuatro años. Entre ellos, el diputado chapulín del PAN, Hipólito Deschamps.
De 35 años, sin cédula profesional, exregidor, ex director de Desarrollo Económico en Boca del Río, ajá, suplente del diputado federal Enrique Cambranis (el PAN rojo fidelista), tirará como mandil la curul local, de la que aseguró sería “diputado las 24 horas del día”.
Sobrino de Ángel Deschamps, quien fue debut y despedida en la política local, alcalde y diputado local, Polito descubrió que su posibilidad en Boca del Río era limitada y ahora, como Mesías, quiere la silla embrujada de Medellín, tierra de carteles y cartelitos y de chupa-ductos y de exalcaldes acusados de homicidio intelectual y de policías dispuestos a matar, como en el caso del reportero Moisés Sánchez Cerezo.
Por ahora, unos veinte aspirantes al trono imperial y faraónico: cinco de MORENA, dos del PAN, tres del PRI, más los faltantes del PANAL, PT, PV y Movimiento Ciudadano.
Ningún independiente, porque el OPLE azul “les cortó las alas”.
La mayoría de ellos creyendo que como Medellín oscila entre un rancho y una ciudad (el Boca del Río del siglo pasado) será fácil ganar la elección en las urnas.
Incluso, mirando al pueblo como tierra de conquista, pequeños Hernán Cortés.
Yo, dice Polito, modernizaré Medellín con Internet…como si fuera tan difícil.
También ha ofrecido llevar escuelas, ajá, en un Veracruz con las arcas saqueadas y con una Yunicidad con un solo objetivo: ganar la gubernatura 2018/2024 para un hijo del góber azul.
Sin formación social, sin experiencia, carrera meteórica al cobijo panista, el junior alardea de honestidad, cuando, digamos, nunca ha estado en un cargo público con presupuesto propio para hacer y deshacer y medir el tamaño de sus uñas, codicia y rapiña.
También habla de eficiencia, como si en la dirección de Desarrollo Económico hubiera transformado y mejorado la calidad de la vida común.
Y eso de que “está cercano a la gente” se trata de un estribillo ramplón y barato, populista y mesiánico, repetido como cacatúa por todos los políticos y politiquillos y aprendices.
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Chamaco arrogante, pagado de sí mismo, sólo lleva tres meses y medio calentando la curul sin mayor trascendencia legislativa, levantando la mano para aprobar todo, brincando de un cargo a otro, Polo Deschamps entra en el mundo de la fatuidad política, pues sólo busca el poder por el poder, sin ningún sentido social según se desprende de su biografía.
Claro, el priista Pablo Anaya Rivera, ahora militante del Movimiento Ciudadano, sólo duró 20 días como diputado en la anterior Legislatura.
Pero con todo, una vez más se repite la historia de los políticos automáticos que apenas se sientan en una silla sueñan en la siguiente.
Y lo peor, con la bendición superior de las elites y los jefes de las elites.
Por ejemplo, resulta impresionante el silencio cómplice de la diputada por el distrito de Medellín, Mariana Dunyaska, quien “a tiro por viaje” se “corta las venas” cacareando la honestidad azul.
Y más porque está claro que los panistas y los priistas y los perredistas y los amarillos, etcétera, todos son iguales.
El bienestar de la población a ninguno de ellos importa.
Y si alguna duda existiera Medellín como botín de guerra.
Veinte aspirantes, atrás del manejo irracional del presupuesto público, y por añadidura, de las participaciones federales.
Y más aún, de los negocios lícitos e ilícitos que el caso y la oportunidad significan al grado del otro panista que fue alcalde e incapaz de aceptar la crítica periodística ordenó el asesinato de un reportero.
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Según la tendencia, más de diez diputados locales han levantado la mano para solicitar un permiso a la LXIV Legislatura y buscar la candidatura a la alcaldía y hacer campaña y ver si ganan.
Y si ganan, ni hablar, el suplente seguirá.
Y si pierden, con la desfachatez del mundo regresar al escaño.
Nadie niega la oportunidad de todos los seres humanos a crecer en su desempeño laboral y profesional.
Pero en el caso, si de por medio hay un compromiso de una curul de dos años cuya campaña costó al erario, pues ni modo la financiaran con recursos propios, entonces, y por respeto a la población, ha de continuarse.
Y más porque está claro que la mayoría utiliza el cargo público para buscar otro donde, incluso, ejerzan presupuesto propio y “ordeñen la vaca suiza”.
Desde luego, y dada la fuerza de la costumbre en ningún momento está prohibido, pero al mismo tiempo, es inmoral.
Pero como la moral ni la ética ocupa ni preocupa a los políticos, Hipólito Deschamps entra en el capítulo de los hombres que deshonran su propia palabra.
Y es que dada la liviandad con que las elites empujan a los suyos a cargos superiores (que nadie olvide el caso de Javier Duarte en Veracruz y Roberto Borge Angulo en Quintana Roo y Guillermo Padrés en Sonora), el país ha llegado a los primeros lugares de la corrupción política en el mundo.