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VERACRUZ: Por el secuestro de Gerson, su hijo Alan y su yerno Miguel perdieron la vida el mismo día

Staff El Piñero

Itzel Loranca
blog.expediente.mx para El Piñero de la Cuenca
Veracruz.-“Pude haber encontrado a mi hijo”, dice Maricela, mujer que se planta definitiva frente a diputados y senadores desde hace meses, para que ninguna otra mamá en México tenga que atravesar su “muerte en vida”.
Carga aquella vez que les informaron la dirección de una casa de seguridad donde tenían a Gerson Quevedo Orozco, su hijo mayor, a quien no ve desde que fue secuestrado el 15 de abril de 2014.
Nunca pudieron ingresar a la vivienda que presuntamente albergaba víctimas de secuestro. Sin orden de cateo era imposible que fuera inspeccionada. Y para que el juez accediera a otorgar una, había que esperar de seis a ocho meses.
No era la primera, ni la última vez que las autoridades de manera insensible retrasarían cualquier posibilidad de hallar a Gerson. Sus padres, por ejemplo, fueron citados a declarar por el ministerio público hasta una semana después de la tragedia.
Es por eso que Maricela Orozco Montalvo pide a los legisladores que cumplan con promulgar una Ley General para la Desaparición de Personas.
Acompañada de otras mujeres, de más de 70 colectivos de familiares en búsqueda y asociaciones de todo el país, ha lanzado gritos de “Justicia”, y “Un período (legislativo) más, pero no más” frente al Senado.
Pero los representantes populares no escuchan al pueblo. Las observaciones que envió el gobierno de Enrique Peña Nieto el 20 de abril a la propuesta del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, son regresivas.
“Un problema”, dice Maricela Orozco Montalvo sobre el documento emitido por el Poder Ejecutivo.
Documento que ignora su exigencia, repetida varias veces, de una Comisión y un Sistema Nacional de Búsqueda hechos para investigar efectivamente dónde están 30 mil 942 personas en todo el país. Ése, el tamaño del problema en México, al corte de marzo de 2017 del Registro Nacional de Personas Desaparecidas.
“Como madre lo que quiero es que ya no le esté pasando a otras madres, el dolor que yo tengo no quisiera que otras madres lo tuvieran y eso es por lo que luchamos”.

TRES PÉRDIDAS EN UN SOLO DÍA

Lo primero que hicieron Marcela y su esposo tras recibir la llamada del secuestro de Gerson, la mañana del martes 15 de abril de 2014, fue reportar el delito al número de emergencias en Veracruz, el 066.
La respuesta de la operadora los dejó fríos. Les aseguró que era un secuestro exprés, que no se preocupara y que su hijo iba a regresar. Nada más alejado de la realidad que afrontan a diario desde hace tres años y seis meses.
Aunque pagaron por la tarde el rescate que los secuestradores imponían a la vida del estudiante de Arquitectura de 19 años de edad, la noche llegó para Maricela y su esposo esperando todavía ver el rostro de su muchacho.
Inmóviles en la espera temerosa, aguardaron por horas que apareciera en el lugar indicado por los malhechores. El mismo temor sobrecogía a su hijo menor Alan, de 15 años de edad.
El estudiante de preparatoria y jugador profesional de la Sub-17 de los Tiburones Rojos de Veracruz, contaba los minutos para volver a ver a su hermano. Con él, su hermana, su cuñado Miguel Eliacim Caldelas, de 25 años de edad, empresario y subcampeón de taekwondo a nivel nacional, y la novia de su hermano.
De repente, un joven tocó a la puerta.
Relata Maricela que “Llega un supuesto amigo de mi hijo secuestrado y nos dice que cree saber dónde lo tienen, ahí mismo en la colonia donde vivía, porque ahí mismo lo secuestraron. Salen a buscarlo mi hijo y mi yerno. Llegan a una casa, ahí se hace de palabras mi yerno con los de la casa”.
Alan y Miguel se van. Pero un vehículo le siguió los pasos al auto rojo que conducían. Atravesaron a toda velocidad las calles del fraccionamiento Arboledas San Ramón, que momentos antes lucía imperturbable por su ubicación sobre la carretera que va de Veracruz a Medellín de Bravo.
La vorágine de la noche alcanzó al padre de Gerson y Alan, quien pidió a Maricela regresar a casa porque su cuerpo se siente muy mal. En la entrada del fraccionamiento, recibieron la llamada de Miguel.
“Queríamos darle alcance. Pude haber llegado. Fueron escasos minutos. En lo que dábamos la vuelta, ya estábamos adentro del fraccionamiento. Ya nada más era llegar a donde ellos nos estaban diciendo, a dónde ellos estaban yendo, cuando oímos la ráfaga de disparos”.
Miguel y Alan fueron acribillados por una camioneta que les cerró el paso y luego huyó.

AGUARDAN ÓRDENES DE APREHENSIÓN CONTRA DELINCUENTES

Tres personas se encuentran detenidas por el secuestro de Gerson Quevedo. Solo una de ellas ha sido sentenciada por la Fiscalía General del Estado, con sede en Xalapa, a 37 años de prisión por privación ilegal de la libertad.
“La SEIDO lleva por delincuencia organizada, Xalapa por secuestro y nadie por asesinato”, condena Maricela, quien además es persistente en lograr que los otros dos detenidos por la Fiscalía, sean imputados por la PGR con cargos de narcotráfico y homicidio.
Lograr las evidencias y testimonios para que la SEIDO pudiera solicitar órdenes de aprehensión contra ellos, significó dos años y tres meses de investigación bajo riesgo para ella y su familia.
Ahora exigen al Juzgado Quinto del Poder Judicial de la Federación con sede en Boca del Río que, acorde a las evidencias recabadas, emita las órdenes de aprehensión que la PGR solicitó hace cinco meses.
Fue en noviembre de 2016 que la SEIDO envió la solicitud al juez. Hasta abril de 2017, después de presiones constantes de la familia, revisó la petición para rechazarla. Aunque los Quevedo Orozco apelaron su decisión ante un tribunal, éste lo respaldó.
“Piden que vaya bien sustentado para que estas personas no salgan. Suena algo coherente, pero ya luego que lee uno las cosas que ellos ponen, que “por qué no te lo estoy aceptando”, dice uno ¿de qué se trata esto?”, cuenta Maricela.
El Juzgado desestima varias de las evidencias presentadas por la procuraduría alegando que “tendría que entrar en el pensamiento de la persona para saber lo que piensa”.
Ante el argumento del juzgado, Maricela expresa entre el asombro y el coraje “No sé ni que palabra decir”, para luego añadir que nuevamente, la SEIDO está integrando la solicitud para que sean emitidas órdenes de aprehensión que hagan justicia por las vidas interrumpidas de Gerson, Alan y Miguel.
Sin embargo, lo que más anhela es que los detenidos revelen qué pasó con Gerson. Ninguno ha dicho palabra sobre su paradero. Al silencio cómplice de los delincuentes, Marcela responde “Quiero que estos desgraciados digan qué pasó con mi hijo”.

“ESTOY MUERTA EN VIDA”

Las detonaciones seguían nublando el aire, en un enfrentamiento entre Policías Estatales y criminales, cuando Marcela y su esposo recogieron a Alan y Miguel.
Su casa quedaba a pocas cuadras de distancia. Desde allí salieron la hija mayor de Marcela y la novia de Gerson, al ser avisadas por teléfono del crimen.
Las jóvenes recordarían muchas horas después, que narcocorridos retumbaban en la vivienda desde la que salieron un par de hombres con armas para perseguirlas. Trataron de perderlos cambiando de rumbo. Luego, comenzaron a tocar puertas buscando refugio.
“Gracias a Dios una señora les abrió. Nada más por eso se salvó mi hija y mi nuera”.
Cuando se reveló que el peligro acechaba cada uno de sus pasos, en aquel lugar “cundido de casas de seguridad”, como describe Marcela, decidieron marcharse de allí.
Desde entonces ya no han vuelto a Veracruz. Además, lo perdieron todo.
La empresa que mantenía la familia en conjunto con su yerno cambió de propietario por una falsificación a la firma de Miguel. Un fraude que los dejó sin nada. “Fue una pérdida total, económica, moral, de todo. Ha sido horrible, ha sido muy doloroso, muy difícil”, dice Marcela.
Su lucha por Gerson, Alan y Miguel, se sumó a la de muchas otras personas cuando se integró al colectivo de Familiares en Búsqueda María Herrera y posteriormente, al colectivo Solecito de Veracruz.
Ahora su voz se ha multiplicado. Resuena con otras miles, para que exista una ley que permita la búsqueda de las personas desaparecidas en todo México.
“Me preguntan ¿cómo puedes seguir? Les digo: “No, no es que tenga vida, es que estoy muerta en vida”. Lo único que me mantiene viva es saber dónde está mi hijo y miles de jóvenes que están desaparecidos”.

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