Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. Burdo ajuste de cuentas
Desde hace cuatro meses y 20 días, la agenda pública de Veracruz es la misma. Javier Duarte, el político del mal que se le escapó al diablo.
Ningún otro tema social pendiente en el carril oficial.
Bueno, digamos que el Solecito y José Alejandro Solalinde en ningún momento han soltado el asunto clave.
Los desaparecidos.
15 mil en el duartazgo dice el padre fundador del albergue de migrantes, “Los hermanos en el camino”.
Es más, el reclamo para que Duarte y los suyos devuelvan “el dinero robado” ha entrado a la rebatinga.
El mayor número de actores políticos, todos, exigiendo a la secretaría de Hacienda y Crédito Público y a la Procuraduría General de la República que así sea, cuando, caray, de acuerdo con la ley la PGR lo ha anunciado repetidas veces.
Cero obra pública.
Los únicos que han caminado de su pueblo, Soledad Atzompa ubicado en el corazón de la montaña negra de Zongolica, han sido los indígenas con su alcalde, Bonifacio Aguilar, por cierto, militante del PRD de Rogelio Franco Castán, secretario General de Gobierno, y a los que lanzaron la policía de Seguridad Pública, de igual manera como en el duartazgo lo fueran contra los viejitos pensionados.
Cuatro meses y 20 días que se han ido en el ajuste de cuentas entre el sexenio rojo que se fue y el bienio azul que llegó.
El proceso electoral por las 212 presidencias municipales ha llegado y la calidad de vida de la mayoría de los ocho millones de habitantes de Veracruz en el limbo.
De seguro, el ciudadano común que todos los días vive con sencillez, corriendo cada quincena a la casa de empeño para pignorar su único patrimonio, el anillo de bodas, estará harto, fastidiado, molesto, con que la misma cantaleta, el caso Duarte, aparezca en portada en cada nuevo amanecer.
Lo malo del asunto es que de hecho y derecho han transcurrido casi cinco meses de los 24 en que la Yunicidad ejercerá el poder.
Dos. “Mis hijos serán sucesores”
En los días turbulentos y revolcados que caminan una sola verdad se ha impuesto. El Yunes azul ejerce el poder para entronizar a sus hijos con vocación política.
Y cumple así con el relato bíblico, además de con la biografía del poder.
Lo dijo el césar Tito Flavio Vespasiano:
“Mis hijos serán mis sucesores y nadie más”.
Y para lograr el objetivo, todos los políticos han de ser como Tito Flavio Domiciano, codiciosos y crueles según relata Suetonio en “Los doce Césares”.
Plutarco, autor de “Vidas paralelas”, escribía que en la política primero cuenta la familia y luego los amigos.
También lo dice el historiador y escritor Pedro Ángel Palou, en su último libro, la vida novelada de Lázaro Cárdenas:
“Se gobierna para y entre las elites”.
Y las elites empiezan con los hijos.
La historia, entonces, ha sido asimilada al pie de la letra por Miguel Ángel Yunes Linares cuando lo dijera la reportera Adela Micha:
“Yo no puedo cooptar el desarrollo político de mis hijos”.
Uno, candidato panista a la alcaldía jarocha. Y el otro, inminente candidato a la gubernatura 2018, pues otros militantes, entre ellos, Julen Rementería del Puerto, el más fuerte digamos, ya, ya, ya se resignó a la Senaduría.
Y como en la estrategia el caso Javier Duarte “cae como anillo al dedo”, la agenda mediática ha de cundirse y multiplicarse con su nombre de aquí, claro, al 4 de junio del año que corre, fecha de la elección municipal, pero al mismo tiempo, hasta el año entrante en que serán elegidos los diputados locales y federales, los senadores, el gobernador de seis años y el presidente de la república.
Los indígenas, los campesinos y los obreros podrán continuar soñando con el paraíso, pues la religión católica predica una y otra vez que de la esperanza ha de vivirse.
Y si por equis circunstancia se llega la hora de morir y se sigue igual de jodido, en el otro mundo alcanzarán la vida plena.
No hay otra vida. El infierno está aquí se dice en la película “El infierno” de Luis Estrada y Damián Alcázar.
Tres. Despedazar a Duarte
El primero de diciembre del año anterior cuando la Yunicidad entró al palacio de Xalapa, el CONEVAL ya tenía su lista negra.
Seis de cada 10 habitantes de Veracruz están pobres y jodidos.
Un millón y medio de paisanos solo hacen dos comidas al día ante el salario de hambre que perciben.
El duartazgo aportó medio millón de personas más a la pobreza nacional en tres años.
Veracruz, Xalapa y Boca del Río ocupan los tres primeros lugares estatales en precariedad.
Las remesas se han convertido en el sostén número uno de la economía en el territorio jarocho por encima de los ingresos derivados de la caña de azúcar, el café y los cítricos.
Veracruz es el productor y exportador número uno de la nación de trabajadoras sexuales que venden su cuerpo para llevar el itacate a casa.
Y en tales circunstancias, ni modo que el bienio azul se inmole en la plaza pública para salvar a los jodidos.
La única razón de ser del Yunes azul es encumbrar a sus hijos en cargos públicos y una de las estrategias es seguir despedazando a Javier Duarte y duartistas y a ver si le alcanza para encarcelar a Fidel Herrera Beltrán.
El ciudadano ha de acostumbrarse, entonces, a que en la agenda pública y mediática el caso Duarte con sus socios, cómplices y prestanombres estará en los titulares por muchísimos días, semanas y meses más…hasta que la población, igual que el góber azul, lo odie como el único culpable de la desgracia social.