Luis Velázquez | Barandal | El Piñero
08 de abril de 2021
ESCALERAS: Hay en Estados Unidos imágenes dantescas. Miles de niños de América Central (Honduras, Guatemala, San Salvador y Nicaragua) intentando entrar y entrando para buscar a sus padres.
Los padres que huyeron de sus pueblos por la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo y la violencia.
La violencia de los carteles. La delincuencia de las bandas criminales y de las bandas juveniles.
Y al mismo tiempo, vaya infortunio, los abandonaron. Años sin verlos. Los niños, necesitados del cariño paternal. Madre y padre.
PASAMANOS: Únicamente en el mes de febrero 2021, un aproximado de nueve mil niños fueron detenidos cuando ingresaban a EU.
Para entonces, en las oficinas de la Aduana y Protección Fronteriza, con sede en Texas, había 4 mil 999 niños presos.
Y lo peor entre lo peor, en la nación más rica y poderosa de la tierra, hacinados, durmiendo amontonados en el suelo, y en el suelo donde comen.
Además, trece mil 204 niños bajo la tutela del Departamento de Salud.
La crisis humanitaria de los niños llega a lo siguiente: el fin de semana fue planteada la posibilidad de concentrar a los niños en la base de la Guardia Nacional en California.
CORREDORES: Los padres huyeron de América Central por la miseria y la violencia. Y dejaron a la esposa y los hijos con la promesa de que pronto, pronto, pronto, volverían por ellos.
Nunca lo hicieron. Quizá, migrantes sin papeles, la dificultad para volver a entrar.
Acaso, y como se afirma, en el otro lado los padres hallaron nueva forma de vivir con otra pareja y otros hijos.
Y los olvidaron.
Ni siquiera el relato bíblico consigna el éxodo de niños sin padres.
BALCONES: “Los polleros” lanzando al vacío a dos niñas, una de dos años y otra de tres, desde las alturas del muro, trascendió en el mundo.
Fueron reporteros de CNN en español quienes pusieron el asunto en el palenque público.
En un principio, la Casa Blanca lo negó o quiso minimizarlo. Pero ante la evidencia manifiesta hasta las puertas de los albergues abrieron a la prensa.
Nunca el hecho fue registrado por la prensa mexicana. El éxodo de niños sin padres caminando a EU pasó de noche en la frontera norte.
Y si antes, mucho antes, el asunto migratorio se concentraba en los padres y luego en las madres, mujeres solteras, ahora, en los niños.
PASILLOS: Desde luego, es la historia de siempre. Ahora, sin embargo, recrudecida.
Muchas, demasiadas, excesivas, cornadas suele dar el hambre, escribió Luis Spota en una de sus famosas novelas.
En el caso de los niños migrantes significa que los padres los abandonaron a la deriva familiar. Pero unos tíos, unos primos, abuelos, nunca darán el mismo amor y cariño de una madre y un padre.
Entonces, los niños siguen migrando de sus pueblos a una aventura sombría, sórdida y siniestra, expuestos a los más canijos riesgos, polleros, tratantes de blancas, padrotes, carteles, cartelitos y policías de todos los niveles.
Además, el espantoso cruce por el río Bravo y el desierto.
VENTANAS: Todo, porque en sus pueblos las tribus gobernantes (igual, igualito que en México, un millón de migrantes de Veracruz en EU) son incapaces de alentar la creación de empleos seguros, estables, dignos y pagados con justicia laboral.
Además, incompetentes para combatir a los malandros, sicarios y carteles, anexos y conexos.
La mirada de EU, México y América Central en los niños hijos de migrantes. El peor descenso al infierno.