Staff / El Clarín.
El colectivo de la línea 194 ya había atravesado la parte más tediosa de su recorrido. Había salido pasadas las once de la noche del martes desde la plaza Miserere, en Once, y había cruzado ya por Barrio Norte, Recoleta, Palermo, Núñez y Belgrano. Tomó la General Paz y cuando entró a la Panamericana los pasajeros pensaron que podían relajarse hasta el destino final, en Escobar. Ya no había tantas paradas, las puertas permanecían más tiempo cerradas y el calor humano de los más de 20 pasajeros templaba el clima dentro del colectivo. Para la mayoría, una postal del fin de una jornada de trabajo. Pero la modorra se alteró de repente cuando dos de los pasajeros decidieron entrar en acción: uno amenazó al chofer con un arma y el otro empezó a recorrer el interno 889 a los gritos reclamando las pertenencias de los pasajeros.
“Uno de los ladrones amenazaba con un arma de fuego al chofer, mientras que el otro iba juntando todo. Billeteras, celulares y lo que tuviera valor”, contó una de las damnificadas, quien relató que vivió “un viaje de terror”. “Nadie entendía nada, era muy tarde y muchos iban durmiendo”, contó María, otra de las víctimas.
Pero entre los pasajeros, en el fondo del colectivo, viajaba Analía Obregú, una agente de la Policía Federal que estaba de franco. A la altura de Panamericana y Edison, cerca del shopping Unicenter, la oficial se identificó y disparó contra uno de los ladrones, que murió en el acto. Al otro, que no estaba armado, le pegó un tiro en una pierna. Los pasajeros se le tiraron encima y lo golpearon. Nadie más resultó herido, aunque dos de las víctimas debieron ser atendidas por una crisis nerviosa.
“Esa policía para mi fue como un ángel caído del cielo, no se qué hubiera pasado si ella no estaba”, dijo Valerie, una de las pasajeras. “Había un nene en el colectivo. Cuando empezaron los disparos, la mamá y la abuela del nene le dijeron que se había roto una llanta del colectivo, que por eso había tanto ruido”, agregó. “El primero estaba sentado en la primera fila contra la ventana. El segundo estaba en la segunda fila y tenía un arma en la mano”, relató a radio La Red Silvia, otra de las pasajeras.
Según relataron los testigos, la policía aprovechó el forcejeo de uno de los asaltantes con uno de los pasajeros para actuar. En el intercambio de disparos, la agente -que forma parte del Departamento Federal de Objetivos Estratégicos de la Federal- mató de un balazo a uno de ellos, luego identificado como Jeremías Emmanuel Roldán (23), e hirió al otro, Carlos Ezequiel Avila Ruiz (28), quien recibió un tiro en una de sus piernas y quedó internado en el Hospital de San Isidro. Anoche se supo que está fuera de peligro y que tiene antecedentes penales desde 2006.
En mayo de aquel año, el herido fue detenido por un robo calificado por el uso de arma en el partido de San Martín; y en noviembre de 2006 cometió otro robo agravado en el mismo partido. Por ambos casos, estuvo preso en la cárcel de Olmos hasta marzo de 2007, cuando recuperó la libertad. Luego, en abril de 2008, se le inició una causa por portación ilegal de arma de fuego, pero actualmente no tenía pedido de captura por otro expediente, según informaron fuentes judiciales.
Tanto el chofer del colectivo como los pasajeros, que declararon hasta ayer al mediodía en la fiscalía de Martínez, coincidieron en que los delincuentes subieron en la primera estación, en Once, y se sentaron en las primeras filas.
Según el relato de la mayoría, actuaron de manera violenta y se los notaba nerviosos. Incluso el ladrón que amenazaba al chofer le disparó al parabrisas para asustar a los pasajeros. “Uno se resistió a entregar su mochila, entonces el que estaba adelante disparó como para mostrar que la cosa iba en serio”, relató Valerie.
La hipótesis de los investigadores es que aprovecharon que el colectivo tomó la Panamericana para actuar sin interrupciones ni imprevistos, aunque no contaron con que viajaba una policía con ellos.
El hecho es investigado por la fiscal María Paula Hertrig, quien pidió a peritos de Gendarmería Nacional que secuestraran el arma reglamentaria de la policía para someterla a estudios. Además, secuestraron en poder de uno de los ladrones un revólver calibre 32 largo que también será peritado. La causa fue caratulada como “tentativa de robo calificado por el uso de arma de fuego, atentado y resistencia a la autoridad, homicidio y lesiones”.
La inseguridad en colectivos es cotidiana. A mediados de junio, un chofer de la línea 514 fue asesinado por dos delincuentes que huían de un robo. Una semana después, otro colectivero de la zona sur del Conurbano sufrió la amputación de un dedo después de ser asaltado por dos ladrones; y otro fue asaltado en los alrededores de Tecnópolis. Todos estos hechos se produjeron de madrugada, hora en la que los colectiveros dicen sentirse más desprotegidos.