Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. Vida eterna al “dedazo”
La priista Ivonne Ortega y su alianza generacional están soñando con “los molinos de viento”. Ella con su gente proclama la muerte del dedazo, la mayor creación poética de la historia política. El santo dedo que pronuncia las últimas palabras para elegir candidato a un cargo de elección popular.
Ella misma fue diputada federal y gobernadora de Yucatán por “dedazo”. El dedo también la encumbró en la secretaría General del CEN del PRI. El “dedo” la tiene ahora una vez más como legisladora.
¿Por qué, entonces, tanto odio al “dedazo”?, a menos que como en la maldición griega haya terminado odiando, llena de rencor, a la figura simbólica del PRI que le ha dado “todo y sin medida.
Ella busca así con su tribu cortar “el dedo” a Enrique Peña Nieto para nominar al candidato presidencial del año entrante.
¡Tarea imposible!, pues “el dedo” ha sobrevivido a los dinosaurios y a la revolución y a su fundador estelar, Plutarco Elías Calles, tanto que, por ejemplo, si el tricolor sigue como partido político sin que se lo haya tragado la modernidad, se debe, única y exclusivamente al “dedo” sagrado.
Ya podrá el mundo político vislumbrar un partido político… sin “el dedo” sacrosanto.
Sería un zipizape inacabado e inacabable.
Tribus contra tribus. Hordas contra hordas. Falanges contra falanges. Todos, midiendo fuerza, volviendo a los orígenes cuando las diferencias políticas se resolvían con balazos, emboscadas, traiciones y muertes.
La matanza de Topilejo, por ejemplo, cuando más de cien vasconcelistas fueron asesinados luego de que su líder máximo, José Vasconcelos, perdiera la elección presidencial ante la fuerza omnímoda de los callistas y los obregonistas.
Ahora, y luego de que todos los priistas aglutinados alrededor de Ivonne Ortega han sido funcionarios públicos por dedazo, caray, sorpresas que da la vida, todos en guerra abierta con el Señor Dedo.
No se vale.
“El dedo” es una figura sagrada.
Los presidentes municipales, los gobernadores y los presidentes de la república han elegido a los sucesores y todos (las hordas y la militancia) en paz, porque saben que la palabra del tlatoani es palabra de un dios.
Dos. Ivonne Ortega vs Peña Nieto
Todavía peor. Ivonne Ortega anda en un juego de varios carriles.
Ella se destapó como precandidata presidencial como parte de una estrategia cuyo único objetivo es declinar en tiempo y forma (digamos, en tiempo estelar del juego sucesorio) a Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, quienes fueron compañeros en bancada anterior del Congreso de la Unión.
Y de ser así, como todo indica, entonces, estaría ejerciendo “el dedazo” a plenitud para que su cuate el titular de la SEGOB federal brinque a Los Pinos.
Además, y de paso, y dada la cultura política, Ivonne Ortega está traicionando a Enrique Peña Nieto, pues le quiere cortar de tajo la facultad metaconstitucional de elegir al candidato.
Y si el presidente ya alcanzó la plenitud cuando su primo, Alfredo del Mazo junior, fuera elegido gobernador en el estado de México, ahora está listo para lograr la felicidad absoluta nombrando al candidato sucesor, en caso, claro, de ganar en las urnas.
Más aún:
Andrés Manuel López Obrador impuso su autodedazo en MORENA y es el candidato único a Los Pinos para la elección del año entrante.
Y desde hace ratito, Enrique Peña ventila en la plaza pública a sus gallos favoritos, entre ellos, Luis Videgaray Caso y José Antonio Meade, incluso, Eruviel Ávila, el góber todavía del estado de México.
Y ni modo de asestarle una puñalada para renunciar a la facultad política que tanto placer causa al Señor en turno.
Tres. Momento estelar del Dedazo
Quizá el momento estelar de la historia del dedazo… se dio en la antigua Roma, con el emperador Adriano, cuando creara una ciudad ex profeso para su amante efebo de 17 años, Antínoo.
En nombre de los dioses grecolatinos, bautizó la ciudad con el nombre de Antínoo, y las calles y avenidas con el nombre de Antínoo I, II, III, etcétera, y en cada avenida levantó una estatua con la figura de su noviecito, y acuñó una moneda con la efigie de Antínoo, quien lo traía enloquecido.
Otro dedazo simbólico en la historia sería, digamos, cuando Dios ordenó que el fuego cayera sobre Sodoma y Gomorra.
Dedazo también cuando Herodes ordenó asesinar a todos los niños para así matar a Jesús.
Dedazo pleno el de Plutarco Elías Calles cuando creara el partido abuelito del PRI, el Partido Nacional Revolucionario, y distribuyera el poder entre los generales y los caciques… a cambio de mantener pacificada a la nación.
“Hágase la luz” exclamó Dios y la luz se hizo.
Un sicólogo asegura que los políticos sienten más, mucho más placer físico y mental saboreando las mieles del poder, entre otras cositas, eligiendo al sucesor, que una noche de pasión con una mujer, así sea, digamos, Cleopatra.
Desde luego, el más alto, inigualable placer del dedazo es cuando el político en funciones nombra sucesor a un hijo, a la esposa, a la novia, al compadre, y hasta a su mascota como Atila con su caballo.
Sin dedazo en el PRI y en otros partidos…las elites políticas terminarán descuartizándose entre sí, casi casi, la más intrépida y fascinante aventura por la sobrevivencia.
Con todo, el dedazo es más viejo que Matusalén. Y ni modo de extirparlo de un día para otro, de una asamblea a otra, de un sexenio a otro.
“Los muertos que vos queréis matar… gozan de cabal salud”.