- 10 mil pomos de whisky
Malecón del Paseo
Luis Velázquez
Veracruz.- EMBARCADERO: Las vidas de algunos escritores son fantásticas… Incluso, entran en el terreno de lo inverosímil… Y en ningún momento son poses, sino formas de ser y de hacer y de actuar y reaccionar… Por ejemplo, León Tolstói recibió una herencia familiar con una hacienda y treinta mil campesinos (almas les llamaban en la Rusa zarista)… Y luego de un tiempo regaló la hacienda a los compitas y llevó la vida más austera y monástica… Un día, tomó el tren con un destino incierto, se bajó en una estación, tomó un café en el restaurante y la muerte lo sorprendió… Y cuando lo miraron nadie sabía su nombre… Curzio Malaparte, el escritor que enfrentara a Benito Mussolini, el dictador de Italia en el tiempo de Adolf Hitler en Alemania y José Stalin en Rusia y Francisco Franco en España, tenía la costumbre y el hábito de ladrar, igual que los perritos…
ROMPEOLAS: Una noche se le hizo tarde en una cena con los amigos y se fue caminando solitario en las calles de Italia… Entonces, escuchó a lo lejos un ladrido y de inmediato contestó al perrito aquel… Al ratito, había un duelo entre el perro y el escritor… Un policía se acercó para reprocharle su actitud y Curzio Malaparte, sereno y reposado, le dijo: “Señor policía, me gusta ladrar”… Y siguió ladrando… Minutos después, el policía también se puso a ladrar porque la noche italiana se había llenado de ladridos de perros y humanos… Juan Rulfo, el autor del “Llano en llamas” y “Pedro Páramo” era muy tímido… En las reuniones con los amigos, siempre se sentaba solitario en un rincón de espaldas en la pared y cerca de la puerta para irse a la primera de cambios… En una fiesta coincidió con Gabriel García Márquez, recién llegado a México… Y el Gabo se le acercó y de pronto le dijo: “Ni usted ni yo estamos a gusto aquí. Vámonos”… Y se fueron a seguir la noche tomando café en el primer restaurante al paso…
ASTILLEROS: Había un par de escritores de Estados Unidos (disculpa, lector, olvidé los nombres), amigos, tímidos hasta la pared de enfrente… Se reunían a tomar café y una copita de vino… Pero nunca, jamás, hablaban… Siempre en silencio… Uno al otro se acompañaban, pero sin platicar, ni siquiera, vaya, de sus familias ni menos, mucho menos, de su trabajo literario… De pronto, uno decía al otro: “¡Qué bien estamos así!”… Y el otro le reviraba: “¡Sí, estamos muy bien!”… A la hora, ambos se despedían y la próxima semana otra vez igual, siempre igual, durante toda sus vidas… José Vasconcelos, el maestro de América, filósofo, político, escritor, candidato independiente a la presidencia de la república que enfrentara al candidato de Plutarco Elías Calles, era colérico y celoso… Un día, cuando una amante lo dejó y se cobijó con el escritor Martín Luis Guzmán, Vasconcelos le escribía cartas incendiadas y encendidas donde le describía las formas sexuales que practicaba con ellas para ver si así Guzmán la abandonaba y que nunca logró…
ARRECIFES: Antón Chéjov, amigo de Tolstói, siempre estuvo enfermo de tuberculosis, la enfermedad incurable de su tiempo en el siglo XIX… Médico de profesión, alto y fornido, bien parecido, Chéjov siempre andaba con un cucurucho donde escupía sangre y cuando iba a la mitad buscaba un lugar público con chimenea y lo tiraba… Y luego enseguida, otro cucurucho… Así, toda su vida, hasta la muerte… Recién llegado a París como reportero de un periódico de Colombia, Gabriel García Márquez pasó los meses y los años más difíciles de su vida… Por ejemplo, en sus memorias cuenta que en las noches estaba a la caza de los depósitos de basura afuera de los restaurantes para rescatar la comida posible… Un día los amigos le enviaron una carta con unos billetitos bien acomodaditos, escondidos en otro sobre, y cuando la recibió en París creyó que era una broma mal pesada… Y tiró los sobres vacíos… Días después, le avisaron del contenido y anduvo como loco buscando en la basura el sobre aquel…
PLAZOLETA: Lorenzo León es un escritor de Xalapa… Su primera novela se la llevó a la editorial Grijalbo en la Ciudad de México… Un año después, en la angustia y la desesperación con el destino de su obra literaria, fue a la editorial y preguntó… Entonces, el encargado en turno le dijo: “Mira, al fondo de este pasillo hay un cuarto… Está abierto… Ahí busca tu original y te lo llevas”… Lorenzo León se fue al cuarto aquel y cuando lo abrió quedó atónito y sorprendido, pues contabilizó, a ojo de buen cubero, unos dos mil originales… Y no obstante el desaliento siguió escribiendo… El escritor y reportero, Ricardo Ravelo Galo ha escrito nueve libros en tres tiempos… Primer tiempo, ante la computadora… Segundo, cuando se le agotan las reservas y se apaga, entonces, juega con su gato a quien le platica historias del libro que escribe explorando nuevas formas… Y tercero, tocando en el piano las canciones de Agustín Lara… Así, se recicla para volver otra vez a la compu…
PALMERAS: En Cuba, Ernest Hemingway, el gran escritor norteamericano del siglo XIX, pasó muchos años felices… En su finca “Vigía”, tenía una alberca, donde las artistas más famosas solían desfilar y lo esperaban desnudas mientras escribía las mil palabras diarias de cuota y que contaba una por una… Tenía 50 gatos, a diferencia de los doce de Carlos Monsiváis… Y a su muerte, el gobierno cubano habilitó la finca como museo y descubrieron que en la bodega tenía unas diez mil botellas de whisky todas vacías que Hemingway había consumido y que ahora se conservan como parte del mito… Incluso, famosa la historia de un gato preferido que tenía con el que acostumbraba comer y siempre le daba lechita revoloteada con whisky… Hemingway escribía de pie todos los días de 6 de la mañana a doce del día… Luego iba a “La bodeguita de en medio” con sus amigos a tomar la copa durante dos horas… Y hacia las 2 de la tarde, navegaba en el Golfo de México en su yate al que siempre cambiaba de nombre de mujer según fuera la mujer en turno en su alcoba…