➡️ El doble juego fue la norma y no la excepción; Laura Estrada, el ejemplo
➡️MORENA está en vías de ser otro partido más, corrupto
Redacción El Piñero
Oaxaca, México.- El gobernador Salomón dedicó los últimos tres meses de la elección a una operación quirúrgica de política y poder. Sus días y noches fueron consumidos por la minuciosa tarea de repartir el dinero y colocar a sus amigos en puestos clave, cuidando cada detalle para que el proceso electoral saliera casi perfecto.
La estrategia de Jara fue un juego de equilibrios y promesas, donde el doble juego fue la norma y no la excepción. En algunos lugares, sus maniobras políticas le pasaron factura, y en otros, las pérdidas fueron parte de un cálculo más complejo. Pero la derrota en varias de las ciudades más importantes de Oaxaca tuvo un sabor amargo, pues ahí la gente expresó su repudio, sobre todo hacia el comportamiento inmoral del gobernador.
En el Senado de la República, se jugaron tres posiciones clave. Una de ellas fue para Luisa Cortés, Lopezobradorista, conocida por su liderazgo estatal del partido y a quien, desde la cúpula nacional, otorgó esa posición para acompañar a Nino Morales, el incondicional del gobernador. La sorpresa del proceso fue Laura Estrada Mauro, otra incondicional, quien, tras ser desplazada de MORENA, compitió bajo nuevas siglas, las del Verde, y ganó la tercera posición en el Senado, gracias al respaldo y maquinaria del Estado.
Laura ganó pese a ser una sombra política. Desde su región, la Cuenca del Papaloapan, nada ha hecho para rescatar los recursos naturales del Papaloapan, hoy atrapados en las manos de una minoría privilegiada. En el Congreso, el que ha pisado en dos ocasiones, hegemonizado por Morena, no ofreció reformas significativas.
Morena, el partido que se había erigido como el estandarte del cambio, no ha cumplido con las expectativas. Los políticos chapulines, saltando de un partido a otro, reflejan la misma corrupción que decían combatir.
El desencanto del electorado oaxaqueño es palpable. Oaxaca siguen igual, con sus problemas estructurales sin resolver, esperando un cambio que, una vez más, parece un sueño distante, máxime cuando el poder público se privilegia a los amigos, convertidos en fábricas de dinero y corrupción.