➡️Poza Prieta: Un manantial que murió para dar vida al basurero municipal
➡️ Planta Tratadora inactiva: monumento al descuido ambiental en Loma Bonita
➡️El Paso de la Yegua: un refugio natural en peligro de extinción
Redacción El Piñero
Loma Bonita, Oaxaca. –Aquí, donde el sol no perdona y el calor impacta con profundidad en el ánimo social, se desata una guerra sin cañones, sin bombas, pero con la misma intensidad de cualquier batalla épica. No es una lucha por el petróleo ni siquiera por la comida; es por el agua que se escapa entre nuestras manos como arena en el desierto. Así lo precisa el activista ambiental Pedro C. Debernardi en entrevista con El Piñero Periodismo y Debate.
Loma Bonita, una tierra olvidada por muchos, es un abanico de ejemplos que golpean al medio ambiente y que, cada vez, se ve disminuido, lacerado por la conducta humana.
LOMA BONITA Y EJEMPLOS DE LA DESTRUCCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE
Y uno de esos ejemplos, explica Pedro Debernardi, es el basurero municipal, convertido en pozo de desperdicios, que mató un manantial antiguo llamado la Poza Prieta, un zuzul que alguna vez fue un paraíso cristalino, hoy mancillado por la negligencia y el olvido. Al igual que El Paso de la Iguana, el primer balneario del municipio, se ahoga lentamente en una marea de desechos. Las aguas sagradas que antaño refrescaban a la comunidad, ahora se mezclan con el drenaje pútrido del rastro municipal y las colonias cercanas, un veneno líquido que se filtra en la tierra, envenenando todo a su paso.
¿Y qué decir de la planta tratadora? Un elefante blanco, un monumento a la inacción, que se erige en la nada y en el cual se descargan las inmundicias en un territorio que ya no soporta más. Porque Loma Bonita no es solo un vertedero de residuos, es un grito desesperado por salvar lo que queda de su alma.
El río Obispo, El Mangle, Agua Clarita, la Laguna Virginia… todos estos nombres suenan como ecos de un pasado que se desvanece, como fantasmas de lo que alguna vez fue vida y hoy es sombra. Y si no actuamos ahora, si no tomamos las riendas de nuestro destino, estos tesoros naturales serán solo recuerdos en la memoria de los viejos, refiere.
La visión de Don Pedro C. Debernardi es clara: no queremos más concreto, no más trenes mayas ni plantas de petróleo que solo perpetúan un ciclo de destrucción. Queremos agua limpia, un medio ambiente sano para las generaciones futuras. Porque lo que está en juego no es solo un paisaje bonito, es la supervivencia misma de la vida tal como la conocemos.
LOS PINOS, ZONA DE DEVASTACIÓN
Detrás de Los Pinos, la devastación es palpable. Ceibas de 300 años caen, víctimas de la codicia y la indiferencia. Donde antes se erigían guardianes verdes, ahora solo queda un desierto de piñales.
La sabiduría de nuestros ancestros, quienes entendían que la tierra era un ser vivo que merecía respeto, se ha perdido. La milpa, ese milagro de la tierra que nos daba maíz, frijol, calabaza, ha sido reemplazada por monocultivos estériles y venenos que envenenan la tierra y el alma.
BAYER, MONSANTO…. LA DESTRUCCIÓN
Bayer, Monsanto, y su ejército de glifosatos han declarado la guerra a la vida misma, en nombre del progreso y la ganancia. Pero en Loma Bonita, en este rincón del mundo, aún hay quienes recuerdan que la verdadera riqueza no está en los bancos, sino en la tierra que pisamos, en el agua que bebemos, en el aire que respiramos.
LA BICICLETA, UN SÍMBOLO DE ESPERANZA
Hace veinte años, en aquellos paseos ecológicos, yo y mis compañeros de la UNPA logramos reunir a 500 jóvenes en el Plan de los Pájaros. Eran 500 almas en bicicleta, 500 voces que decían “basta”. Porque la bicicleta es más que un medio de transporte; es un símbolo de resistencia, de esperanza, de un futuro que aún podemos salvar si tomamos la decisión de luchar por él.
El apocalipsis ecológico no es una fantasía, es una realidad que nos acecha cada día. Y la pregunta no es si podemos hacer algo para detenerlo, sino si estamos dispuestos a hacerlo. Porque el tiempo se agota, y la próxima guerra, la guerra por el agua, ya ha comenzado.