Redacción El Piñero | Corresponsalía
Tuxtepec, Oaxaca. – La historia se repite en este lugar de la cuenca del Papaloapan. Como en los días de Porfirio Díaz, hechos que fueron registrados puntual y fríamente en el libro “México Bárbaro”, varios poblados de esta región siguen experimentando las mismas injusticias y abusos de autoridad, que inevitablemente dieron paso al movimiento recién celebrado en el país, la Revolución Mexicana de 1910, con Villa y Zapata a la cabeza.
Municipios ricos en recursos naturales, Valle Nacional y Tuxtepec, son dos poblados ampliamente citados en el libro del periodista norteamericano Jonh K Turner, “México Bárbaro”, donde hace un análisis de las condiciones en que vive y sobrevive la población mexicana, de norte a sur del país, y en lugares como los que hoy nos ocupa: Tuxtepec, Oaxaca.
Resulta que, emprendidos por gente propia, por gente del estado, del municipio y la región, los excesos y abusos de autoridad están presentes aquí, siguen realizándose en contra de hombres que salen a producir la tierra con sus fuerzas y el sudor de su frente.
Un claro ejemplo de esta absurdez, lo vivió un hombre de campo nativo de Tuxtepec, el miércoles 23 de noviembre, tres días después de celebrarse con cuetes y luces pirotécnicas, el inicio de la Revolución Mexicana en todo lo ancho y largo del grandioso país nuestro.
Esta es la historia, y al hombre que sufrió este atropello, le pondremos por nombre Juan.
Juan salió del centro de Tuxtepec al filo de las 2 de la tarde, en su pequeña y traqueteada camioneta de redilas. En la batea iba de pie y en completo silencio, su burro de nombre “Wereber”.
Al dirigirse a una de las muchas comunidades de Tuxtepec, Juan fue retenido por varios policías municipales, quienes ilegalmente realizan un retén. Efectuando funciones de agentes viales y funcionarios de la Secretaria de Hacienda en actitud por demás intimidatoria, los uniformados pidieron al hombre todo tipo de documentos, haciéndole saber que ellos eran autoridad, y cualquier coa que no les pareciera podría ser usada en su contra.
Juan salió de su camioneta, mostró su licencia de conducir, su tarjeta de circulación y su credencial de elector, pero eso no fue suficiente para los uniformados. También le pidieron el último pago que hizo a Hacienda, y la guía de tránsito para mover a su asno.
O sea, la hicieron de agentes viales e inspectores de Hacienda.
Juan sabe quién es y a qué se dedica, por ello mostró todos sus documentos en regla, pero aun así los uniformados no lo dejaban continuar con su camino. El “Wereber” ahí parado, esperando que su dueño le hablara como otras veces. El tiempo transcurría y el sol calaba.
Los vecinos y amistades de Juan empezaron a preguntar si estaba bien. Juan respondía que sí. Los hombres de rudo trabajo como él, también saludaron al “Wereber” pero él se dedicaba a mirar, lo que alcanzaba a ver subido en la batea. Solo escuchaba voces extrañas a su alrededor, y miraba fijo con sus ojos tristes de animal de carga.
Los uniformes desistieron de su propósito de retener a Juan, y Juan piensa, ¿este es el cambio prometido por un hombre que dice combatir las injusticias? Por supuesto que no se refería al actual presidente municipal de Tuxtepec, Irineo Molina, sino a lo que más de una vez ha repetido Andrés Manuel López Obrador, actual presidente de México, a lo largo y ancho de este convulsionado país.