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Vivir 24 horas sin plástico

El Piñero

Por: Victoria González

México.- Un grupo de alumnos de una universidad de EEUU, meca del consumo de usar y tirar, se propone el reto de pasar un día entero sin utilizar nada de plástico. ¿Son capaces de conseguirlo?

Suena el despertador. Quizás lo primero que hagas es apagarlo, y tal vez revisar las notificaciones de tu móvil. Es decir, casi desde antes de abrir los ojos ya estás utilizando aparatos que llevan alguna pieza de plástico. Y suma y sigue: ponemos la comida para la oficina en la tartera, nos lavamos los dientes con un cepillo de plástico, tiramos los restos del desayuno en una bolsa…
Y es que, en la actualidad, es casi imposible eludir este componente: somos absolutamente dependientes del plástico. En la Universidad de Berkeley (EEUU), un grupo de alumnos que seguían un curso con el sugerente título de “Objetos y Comodidades” intentó conseguir, precisamente, el reto de vivir 24 horas sin plástico. Tiffany Ma fue una de las valientes: consiguió una botella de metal para rellenar de agua a lo largo del día, por la mañana pasó de su café para llevar y utilizó lápices en lugar de bolígrafos. Tampoco se pudo cepillar los dientes y ese día salió sin maquillar de casa. Aun así, inevitablemente tuvo que saltarse el reto y hacer uso del plástico en algunos momentos del día: por ejemplo, tuvo que usar su móvil para comunicarse por mail con los compañeros del laboratorio en el que trabaja.

Minoo Moallem, profesora del curso, sabe que hoy en día, encontrar alternativas para sustituir totalmente el plástico es casi imposible, pero el objetivo del ejercicio es precisamente tomar conciencia de lo dependientes que somos del mismo. “Los alumnos se dan cuenta de que pueden realizar pequeños cambios para consumir menos plástico y reducir el impacto ambiental de sus actos cotidianos. Cuando nuestra relación con el plástico cambia, nuestra relación con el medio ambiente también lo hace”, explica la docente.

Un material muy contaminante

Para fabricar los materiales plásticos se utilizan derivados del petróleo, y los procesos para su elaboración requieren generalmente gran cantidad de energía. Además, se trata de un material que tarda décadas e incluso siglos en degradarse, por lo que los residuos suponen un grave problema ambiental, especialmente ahora que su consumo se ha generalizado a escala prácticamente global.

Todos tenemos en la mente las terribles imágenes de los océanos de plástico: según el último informe de Greenpeace, unas ocho millones de toneladas de basura llegan cada año a los mares y se estima que entre ellos habría de 5 a 50 billones de fragmentos de plástico. Además, lo que vemos en la superficie, en esas ‘islas de basura’, es solo la punta del iceberg: se estima que, de todo el plástico que llega al océano, el 70% va al fondo marino, el 15% se queda en la columna de agua, y el 15% en la superficie. Por no hablar de los microplásticos, esos fragmentos diminutos que no podemos ver y que se acumulan en la cadena trófica hasta llegar, muchas veces, a nuestros platos.
Si seguimos a este ritmo, en el año 2020 se estima que la producción de plásticos se habrá incrementado un 900% con respecto a los niveles de 1980. ¿Es imparable? No tiene por qué.

Nuestro mundo se rige por la ley de la oferta y la demanda, por lo que si hay menos demanda de plástico, se producirá menos en favor de otros materiales más respetuosos con el medio ambiente. Tomar conciencia de nuestra dependencia, como hacen los alumnos de Moallen con su día sin plástico, es el primer paso para empezar con pequeños hábitos que reduzcan nuestro consumo.
Además, no estamos inventando nada nuevo. Como recuerda la profesora, “las generaciones anteriores ya tenían modos de vida más sostenible. Nuestros abuelos eran expertos en reducir, reutilizar y reciclar. Pero lo estamos perdiendo, se trata de una fuente de conocimiento que en nuestra sociedad actual no se considera como tal. Yo creo que nos hacen falta toneladas de investigación para traer de vuelta esa sabiduría olvidada a nuestra vida cotidiana”, reflexiona.

Todos somos conscientes de pequeños hábitos diarios que ayudarían a reducir nuestro consumo de plástico: reutilizar las bolsas de la compra, comprar productos al peso que vengan con pocos envases, adquirir recipientes de vidrio o madera que podamos lavar y usar varias veces… ahora solo queda ponerlos en práctica. Puede que una nueva forma de tomar más conciencia sea adoptar el mismo reto que los alumnos de Berkeley.

http://www.muyinteresante.es/naturaleza/articulo/vivir-24-horas-sin-plastico-991496654501

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