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Waterloo de Cuitláhuac García: 13 muertos en un día

El Piñero

Jornada sanguinaria
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS:
El gobierno de MORENA con Cuitláhuac García Jiménez ya tuvo en Veracruz su Waterloo. Su “Día D”. Fue el jueves 13 de diciembre. Trece días después de tomar posesión. En un día, trece muertos. La jornada violenta más sanguinaria. Y lo peor entre lo peor, sin que nadie sienta la política activa ni reactiva de la secretaría de Seguridad Pública. Igual de peor que el silencio ominoso y abrumante del gobernador. Feliz, sin embargo, de inaugurar la exposición nacional, ajá, de caricaturas, en Otatitlán, el paraíso del Cristo negro.
La geografía de Veracruz, un reguero de muertos y balazos, como escribió el reportero Ignacio Carvajal García.
Su descripción fue simbólica, avasallante:
“La muerte en Veracruz llegó con Fidel Herrera y Javier Duarte, tuvo permiso con Miguel Ángel Yunes Linares y con Cuitláhuac no se quiere ir”.
Ni se irá, como dijo Teofilito.
Y es que sería ingenuo pensar que se irían cuando la plaza Veracruz es jugosa.
El tráfico y consumo de droga, la autopista de sur a norte, los tres puertos marítimos para embarcar y desembarcar droga del extranjero, las pistas clandestinas, la policía a sus órdenes, el secuestro y el secuestro exprés, las extorsiones, el llamado cobro del derecho de piso, los migrantes y la prostitución, el robo de camionetas de lujo, y el negocio estelar del huachicoleo.
AMLO ha dicho que tiene “las riendas del poder”, pero en Veracruz, las riendas con Cuitláhuac están sueltas.
Y, por supuesto, ningún vacío del poder, porque los carteles y cartelitos, los sicarios y los malandros, lo están ocupando.
Y lo más indicativo y significativo, igual que en la yunicidad y el duartazgo siguen imponiendo la agenda setting.
Ahora, sin embargo, está peor, pues la sangre corre y los panteones se llenan de más sepulturas y los cadáveres flotan en los ríos y crece el feminicidio (ya van quince) y el infanticidio (ya van dos), y el gabinete político y de seguridad de MORENA en Veracruz, en el limbo.
Y como en el caso del secretario de Seguridad Pública, disculpándose por presentarse en un acto público en Coatzacoalcos con la pistola al cincho, porque desde hace 28 años, dice, que es policía siempre ha andado así por la vida y nadie le había dicho nada…, como aquí en Veracruz el lunes 10 de diciembre.

PASAMANOS: Trece muertos en el “Día D”.
La muerte dejando huella fatídica en Xalapa, Huatusco, Cuitláhuac, Las Choapas, Coatzacoalcos, Hidalgotitlán y Santa Ana Atzacan, donde una familia fue ajusticiada, entre ellas, una niña de doce años.
Que por el huachicoleo, fue la versión filtrada desde el lado oficial.
Pero, bueno, habría de detenerse en la circunstancia porque, si digamos, el padre de la familia, un campesino de 28 años de edad, Alfredo Morales González, estaba involucrado con los malandros en el robo de combustible, caray, la vida económica en Veracruz a partir del fracaso de la política económica, se reduce a vivir en la miseria, la pobreza y la jodidez…
Y a migrar del pueblo camino a los campos agrícolas del Valle de San Quintín, en la frontera norte, verdaderos campos de concentración…
Y a buscar entrar a Estados Unidos como migrante sin papeles…
Y/o a meterse de plano con los malosos para llevar el itacate y la torta a casa.
Con todo, resulta insólito, inverosímil, imperdonable, que en Atzacan la esposa del campesino fue asesinada y también su hija estudiante de la escuela primaria, sin ninguna palabra del diputado campirano, Juan Carlos Molina Palacios.
Un mundo sórdido y siniestro el que seguimos viviendo en Veracruz, nada que ver con “la noche tibia y callada” de Agustín Lara cantando a María Félix en la suite nupcial del viejo hotel Mocambo.

CORREDORES: La inseguridad, la zozobra y la incertidumbre en la era Cuitláhuac ha llevado a tres expresiones de gran sublevación social.
Una, en Poza Rica, donde las madres con hijos desaparecidos colocaron una manta frente a una escuela primaria reclamando paz y tranquilidad al gobernador.
Y otra, en Coatzacoalcos, en el otro extremo de la entidad geográfica, donde cientos, miles quizá, de ciudadanos participaron en una marcha denunciando los más de cien asesinatos y los 49 secuestros cometidos solo este año bajo el gobierno municipal de un militante de MORENA, el mismito que en vez de enfrentar la rebelión se escondió en su búnker del palacio.
Y la otra, en Minatitlán, con otra marcha contra la inseguridad y que luego de transitar en calles y avenidas se plantara ante el palacio municipal.
Ahora, el jueves trece de diciembre el peor día para la izquierda en Veracruz, en una de sus pruebas más ácidas interpuesta por la delincuencia organizada.
Sólo falta que alguien del palacio de Cuitláhuac salga con la brillante idea de ofrecer una recompensa de un millón de pesos por datos que lleven a la identificación de los asesinos, por ejemplo, de la familia en Atzacan, reproduciendo la fallida estrategia de la yunicidad cuando soñaba con atrapar así a “El bukanan”, el azote de la región de Córdoba con el descarrilamiento de trenes.

BALAUSTRES: Día once de Cuitláhuac: 48 muertos.
Día 12: 51 muertos.
Día 13: 60 muertos.
Día 14: 65 muertos.
La violencia sigue creciendo, fuera de control, desbordada.
Dirán (Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Nacional) que apenas, apenitas están llegando y lanzando su nueva estrategia y ha de darse “tiempo al tiempo” como escribiera Renato Leduc.
Ajá.
Sólo que los políticos saben que en todo cambio de transición política y/o simple y burda alternancia, digamos, democrática, los malandros arrecian su vertiginoso ritmo de inseguridad y muestran el puño y el músculo para continuar reinando, dueños de la vida común y dueños del día y de la noche.
Y si aquí, en Veracruz, Cuitláhuac y su gabinete de seguridad pública lo sabían resulta inadmisible “dejaran hacer y dejaran pasar” los días, las semanas y los meses luego de la victoria electoral del primero de julio sin prepararse para el ascenso al poder.
Se les fue. Les valió. Se engolosinaron con las mieles del poder y del sexenio que vendría.
La población (Poza Rica, Coatzacoalcos y Minatitlán) se está rebelando.
Muchos pendientes sociales hay en Veracruz.
El desempleo, el subempleo, los salarios de hambre, la jodidez, la baja calidad educativa y de salud, la insoportable procuración de justicia, el hundimiento del desarrollo humano, entre otros.
Pero la inseguridad continúa galopando sola, invicta, como la prioridad número uno.
Y aun cuando Cuitláhuac García “se lavara las manos” diciendo que la seguridad en el diario vivir es tarea federal, sigue perdiendo la batalla.
Peor tantito, si se desatiende y prefiere bailar salsa, posicionarse como un fifí y disfrutar al máximo cada sabadaba, y más ahora cuando ya es gobernador y las mujeres le han de sobrar y hasta se formarán en la fila de su preferencia…

 

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