Luis Velázquez/Escenarios
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Ni una palabra ha expresado el góber azul de Veracruz sobre la locura de Donald Trump de deportar a miles de paisanos en Estados Unidos, fiscalizar las remesas, revisar el TLC y levantar el muro.
Mientras sus homólogos de otras entidades federativas, sobre todo del centro del país y la frontera norte, han levantado la mano en señal de indignación, en Veracruz, ni fu ni fa.
Y eso que el grueso del sostén de la economía local son las remesas, por encima de los ingresos derivados de la caña de azúcar, el café y los cítricos y las fábricas según ha documentado el investigador de la UV, Rafael Arias.
Y eso que cientos de familia han mejorado su casita, buenas casitas incluso, en un montón de comunidades y poblados indígenas, campesinos y obreros.
Y eso que Veracruz es ya, ya, ya, un estado migrante, además, claro, de la migración a los campos agrícolas del Valle de San Quintín y que en realidad son campos de concentración.
Y eso que cada semana, con todo y la política fatídica del otro lado, siguen partiendo a EU decenas, cientos de paisanos, ante un Veracruz sin fuentes de empleo, y en todo caso, con salarios de hambre.
En realidad se trata, parece tratarse de una repetición de la filosofía política del duartazgo y el fidelato, trascendidos en la historia como la Decena Trágica, tiempo de doce años cuando el territorio jarocho descarriló en la esperanza, pues, y como dijera la rectora de la UV, “hasta el legítimo derecho a soñar nos arrebataron”.
Tampoco, claro, el secretario General de Gobierno, responsable de la política migratoria, ha expresado una sola palabra, pobrecito, encargado de la represión intimidatoria a la disidencia incómoda e indeseable.
Y menos, mucho menos, su director de Atención a Migrantes, que ni siquiera, vaya, ha de tener conciencia de la silla que ocupa.
2
Javier Duarte fue así ante los migrantes:
Su titular de la oficina se reducía a obsequiar juguetitos a los hijos de migrantes en su paso por Coatzacoalcos.
Además, en una sola ocasión.
En otra regaló folletitos a las madres de los migrantes desaparecidos concentradas en Amatlán de los Reyes, la sede de “Las Patronas”.
Peor tantito: una mañana en que José Alejandro Solalinde Guerra, director fundador del albergue “Los hermanos en el camino”, con sede en Ixtepec, llegó al café de “La parroquia”, Duarte le envió a sus guerrilleros evangélicos para tronar en su contra.
Una ocasión, Solalinde, no obstante, cayó en la trampa y creyó en Duarte y fue al palacio de gobierno en Xalapa, pero únicamente para la gran estafa como él mismo después lo advirtiera ante el incumplimiento de los acuerdos.
“Sólo quería tomarse la foto” dijo el sacerdote.
En el Fidelato, el padre también fue rafagueado por el góber fogoso.
Por ejemplo, un día cuando dijera que Veracruz era “el cementerio de migrantes más largo y extenso del país”, Fidel ordenó a un trío de diputadas priistas se le fueran a la yugular con el rafagueo mediático implacable.
Durante doce años, de Fidel a Duarte, tal cual fue la política migratoria del par de ex gobernadores.
En tanto, sin que a nadie le importara, Veracruz evolucionaba a una entidad federativa migratoria.
3
En Estados Unidos, varios gobernadores y alcaldes (el más intenso el de Nueva York, donde la mitad de la población es hispana, con mayoría mexicana) están tocando los tambores de guerra defendiendo a los migrantes.
Un día después de la toma de posesión de Donald Trump, la marcha femenina fue impresionante.
Todas, defendiendo a las minorías, entre ellas, a los migrantes.
En México, la CONAGO, Conferencia Nacional de Gobernadores, ha fijado su posición como tal.
Pero al mismo tiempo, otros mandatarios han definido su postura en sus estados, enviando la más alta solidaridad a los migrantes.
Y sin embargo, en Veracruz, el silencio. Mejor dicho, el menosprecio. La indiferencia. De espaldas a la realidad.
En tanto, el secretario de Desarrollo Económico está en el limbo, viviendo en gerundio, es decir, planeando el mundo soñado, el mundo ideal, el mundo utópico, y de hecho y a derecho han transcurrido dos meses.
Su chamba es empujar la creación de empleos tanto en las regiones urbanas como, y más todavía, en las demarcaciones rurales e indígenas, donde se concentra la jodidez.
El dato del CONEVAL resulta impresionante. 6 de cada 10 habitantes están atrapados en la pobreza y la miseria.
Y por eso mismo, una parte considerable de la migración prefiere exponer la vida cruzando el río Bravo y/o el desierto y arriesgando todo en EU, donde 19 de 50 estados tienen leyes raciales y xenófobas, y más ahora con Donald en la Casa Blanca.
La Yunicidad, en cambio, expidiendo oficios para que ninguna burócrata de la secretaría de Educación use minifaldas porque, digamos, perturban las buenas conciencias y son un instrumento de disolución social.
Y si dieron marcha atrás, según, despidiendo al jefe que expidiera el oficio, fue porque se levantó una polvareda en contra de la xenofobia panista en contra de las mujeres.