- Líderes humillados
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno
La antigua elite y militancia panista de Veracruz se siente excluida por la Yunicidad.
En el estilo tradicional del priismo, la regla universal del síndrome de Hernán Cortés de llegar como conquistadores ha generado descontento.
Por un lado, el G6 (el grupo de los seis integrado por Víctor Serralde, Enrique Cambranis, Pepe Mancha, Joaquín Guzmán Avilés, Julen Rementería y Germán Yescas) ha sufrido la peor humillación de sus vidas.
El Yunes azul, por ejemplo, tiene en su Narciso Mendoza, en su “Niño Pípila”, Carlos Valenzuela (“Soy un perro fino de don Miguel”) a su dinamitero y lo ha convertido en el interlocutor con el G6.
Y cada vez que el G6 toca las puertas cabildeando espacios para los panistas que se la jugaron con ellos para ganar la gubernatura y la mayoría en el Congreso, el góber azul los envía con el secretario General del CDE del PAN, por encima, incluso, del tuxpeño Pepe Mancha.
Mientras el Yunes expriista durante más de 26 años sigue empecinado en su guerra política, el G6 sólo mira resignado el juego político para las tribus del PRD, mejor dicho, para la mini/horda amarilla, toda vez que se trata de un partido reducido a un simple cascarón.
El PRD, por ejemplo, con Rogelio Franco Castán y Sergio Rodríguez, empleado que fuera de Javier Duarte y Fidel Herrera, llamado “el demócrata” por Miguel Ángel Yunes Linares, ha recibido más, mucho más parcelas de poder que el G6.
Dos subsecretarios en Educación. La coordinación estatal de la SEV. Las delegaciones más importantes de las secretarías en cada región de Veracruz.
Y de ñapa, un hijo del góber palomeando las candidaturas a las presidencias municipales más significativas tanto en población electoral como en el presupuesto, y ellos, el G6, mirando.
En el fondo de la superficie política, y atrás del desencanto, la rebelión silenciosa que está cuajando.
Dos
Dice un panista:
“La Yunicidad está haciendo a un lado a la militancia panista, a la que ofrecieron empleos y un buen salario”.
Y más, porque atrás de la posibilidad, del sueño legítimo, de la utopía, se metieron “duro y tupido” a la campaña de gobernador y diputados locales el año anterior y ahora así les están pagando.
Lo peor es que cuando el G6 pregunta al góber una fecha para favorecer a sus huestes con un trabajito, les echa el mismo rollo de siempre.
Y cuando de nuevo insisten, entonces, los envía con el tal Carlos Valenzuela, el panista que se inventara un autosecuestro para estar a tono con Miguel Ángel Yunes Márquez cuando en la coordinación del programa “Oportunidades” de la SEDESOL federal sufrió un atentado en la zona norte de Veracruz, Javier Duarte gobernador que le enviara un helicóptero para su rescate.
Y el colmo: Valenzuela les echa otro chorizo, como si predicara en la homilía el nuevo mundo por llegar, clamando esperanza y resignación porque los tiempos están demasiado revolcados y el duartazgo dejó trizas, cachitos, pedacitos, las arcas oficiales.
Por eso, el G6 se siente relegado.
Incluso, recuerdan la característica política del panismo de una militancia insumisa y rebelde que en cualquier momento pudiera, digamos, desquitarse y vengarse, nomás, entre otras cositas, para mostrar el puño.
Y más, porque al góber azul le fastidian los políticos y militantes rebeldes, pues está formado en la antigua doctrina de la sumisión priista, con todo y que él mismo es un contestatario.
El G6 está molesto, y por eso mismo, por ejemplo, están buscando una salida decorosa de la Yunicidad, Pepe Mancha, Joaquín Guzmán, Julen Rementería y Enrique Cambranis, con la candidatura al Senado el año entrante.
Incluso, y en el caso de Mancha, Rementería y Cambranis, hasta pudieran, digamos, soñar con la gubernatura en el año 2024, pues tendrían suficiente espacio y tiempo para trabajar la plaza.
En todo caso, de sueños vive y se alimenta el ser humano.
Tres
Una parte de la irritación del G6 se deriva de lo siguiente:
Mientras todos ellos tienen una militancia panista y una biografía política, con liderazgos reales en sus demarcaciones, con batallas jugadas y ganadas, con una lealtad probada con hechos al partido, más, mucho más allá de las personas efímeras, el Yunes azul confía y confía a ciegas en el secretario General del CDE del PAN.
Será porque pertenece al grupo de su hijo, el alcalde.
Será porque Valenzuela “se le tira al piso” y es obediente.
Será porque es rollero y hace creer al Yunes azul que todo está bien, con todo y que envolver a Yunes Linares está en chino.
Será porque el G6 tiene su capital político propio y significan un peligro, una amenaza, un riesgo, pues en su pasado como priista, Yunes Linares fue descalabrado por las tribus rojas en 1997 que le infligieron la derrota en 107 municipios.
El caso es que con todo y su experiencia y fogueo, conocedores de la naturaleza humana, líderes en sus regiones, el G6 ha sido refundido en la toma de decisiones y acciones.
Y la exclusión y el menosprecio, pero todavía más, estar defraudando a la militancia que creyó en ellos, les duele y hace mella.
Y más, cuando hay casos de cara a la elección de los candidatos a las alcaldías en que la Yunicidad está prefiriendo a ex priistas por encima de los panistas, como en Orizaba, Córdoba y Coatzacoalcos.
Dueño de la pelota, y de todas las canicas, el Yunes azul ejerce la gubernatura con la más profunda enseñanza priista del autoritarismo.
En 1997 fue descarrilado en la cancha roja por las mismas tribus priistas que ahora se integran para enfrentarlo el 4 de junio.