- Los pobres… que se jodan
Barandal
Luis Velázquez
VERACRUZ.- PASAMANOS: Los mismos males del duartazgo se están repitiendo en la yunicidad.
Entre otros, los siguientes:
Si a Javier Duarte y los suyos los consumió la ambición política y sin límites, también ahora. Ganar las seis elecciones en puerta es el único objetivo. Se entiende: por encima del bienestar social la política con sentido patrimonialista. Feroz y reñida competencia para quedarse los grupos con el mayor número de cargos públicos. El millón de indígenas, los dos millones de campesinos y los tres millones de obreros… que se jodan. En todo caso, meros instrumentos electorales.
Los duartistas fueron consumidos por la codicia, uno de los peores virus de las neuronas y del alma. Un reñido pleito de casi seis años entre ellos para enriquecerse lo más pronto posible. El mismo Duarte, ha de recordarse, con más de 190 cuadros pictóricos (entre ellos, de Diego Rivera y Botero) en su rancho “El faunito”. Ranchos, ganado y caballitos de carrera para la esposa. Lancha de nueve millones de pesos. Compras irracionales en las mejores plazas comerciales de la Ciudad de México y Estados Unidos.
Por ahora, se entiende, será la tónica, los yunistas… sin ningún escándalo de corrupción. Claro, apenas van cuatro meses y ocho días. Pero si el el góber azul tiene y sostiene una batalla campal en contra de “las uñas largas” de su antecesor y los suyos, entonces, el ejemplo político ha de empezar en casa. Y más, porque si de pronto transcendieran ilícitos, desvíos de recursos, ordeñas al presupuesto, jineteo bursátil, negocios a la sombra del poder, etcétera, entonces, la Yunicidad sería debut y despedida.
Y más, cuando de por medio el poder público se está ejerciendo ya, ya, ya, con nepotismo. La alcaldía jarocha para un hijo y la gubernatura para el otro el año entrante, a tono, digamos, con el proyecto de Donald Trump para convertir a su hija Ivanka en la revelación del Partido Republicano para la candidatura presidencial a la Casa Blanca en el año 2024, luego de que Trump se reelija por cuatro años más.
BALAUSTRADAS: A los duartistas les faltó prudencia y discreción política. Fueron, son, voraces, ambiciosos sin escrúpulos, engreídos, pensando, entonces, que durarían varios sexenios en el poder.
Y entre los trascendidos azules, las barbies de Hilario Barcelata en el Instituto de Pensiones, IPE. El fuego amigo entre Enrique Pérez Rodríguez y Abel Cuevas en la secretaría de Educación, SEV. El celo rijoso entre los caciques panistas, Joaquín “El chapito” Guzmán (Tantoyuca, SEDARPA) y Ricardo García Guzmán (Pánuco, con dos hijos trepados en el poder). La egolatría del Fiscal, enamorado de sí mismo. La discordancia en la filosofía comunicativa con la austeridad en el vocero Elías Assad y el derroche anunciado del vocero legislativo Sergio Melo.
Y de ñapa, el exhibicionismo duartista y el exhibicionismo azul, pues cuando la prudencia se pierde y se añade a la soberbia (el mal de males dice San Agustín en sus “Confesiones”), entonces, el mundo descalabra.
Nada, entonces, como la frase sabia de una esposa a su marido: “En ningún momento dudo que me eres infiel. Agradezco tu discreción”.
La exclusión también fue, como ahora en la yunicidad, el mal del duartazgo. Las elites encumbradas. Dueños del poder, el poder marea, enloquece y hace perder el equilibrio humano. Privilegiados, crean y recrean un mundo color de rosa. Su castillo. Su palacio. Y desde las alturas, miran a los demás. “Yo pronostiqué la derrota de Hilary Clinton” alardea el secretario General del CDE del PAN, ex regidor boqueño impuesto por dedazo superior y que, protagónico, se inventara un atentado y un secuestro.
ESCALERAS: El politólogo Ramón Benítez observa que cuando un político (joven o viejo) tiene fogueo en el campo de batalla, experiencia administrativa, derrotas en el ejercicio electoral (y que tanto enseñan y modelan la vida y el alma y las neuronas y la conciencia y pulen la sensibilidad social) y formación humanística, entonces, el destino común de la población se enaltece.
Y más, cuando el político en funciones sabe y está consciente de que el poder político siempre es efímero. Si bien va dura un sexenio en el caso de la gubernatura y cuatro años en el camino edilicio.
Y luego, quizá seguirán las vacas gordas, pero según la historia, las vacas flacas suelen multiplicarse.
Y si en el ejercicio del poder el político fue engreído y petulante, y se creyó parido por los dioses y perdona/vidas, entonces, en el peor de los casos, terminará huyendo como Javier
Duarte, y en el mejor, odiado y menospreciado por la población y que, bueno, poco suele importar cuando te enriqueciste.
Y es que cuando la ambición y la codicia se apersonan en el político, entonces, se llega al extremo de la cultura duartista de que “aquí no pasa nada”.
La lección del pasado inmediato ahí está para la yunicidad.
Varios de ellos escucharon ya el cántico de las sirenas.
Y por desgracia para la población, nadie lo mira. Y se lo miran, les vale.
La altanería del poder. Y más, cuando alrededor se tienen corifeos, bufones y barbies que endulzan el oído y engolosinan las neuronas.
Fue el caso de Javier Duarte y los duartistas que ahora viven como “los tejones espantados por la lumbre” como dice Juan Rulfo en “El llano en llamas”, y en donde además observa que “a todos se nos atoraban los güevos en el pescuezo con sólo oír el ruido” de que la yunicidad tiene 67 denuncias penales en la Fiscalía, más 777 carpetas de investigación en las que siguen los pasos a las tropelías de 300 políticos.
El relato bíblico es feroz y atroz. “Los carniceros de hoy serán las reses del mañana”.
Y más, cuando igual que en el duartazgo, la soberbia se adueña de la yunicidad.