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Yunicidio en Veracruz, Prohibido soñar…

Staff El Piñero

Luis Velázquez / Barandal

 

 

PASAMANOS: Cien días después un nuevo término se ha acuñado. Se llama Yunicidio. Y consiste en la muerte de la esperanza. Incluso, la muerte del legítimo derecho a soñar. A soñar, por ejemplo, con un Veracruz pacificado, tranquilo, donde la incertidumbre y la zozobra en el diario vivir estén excluidas.

Y más cuando, como en el caso, mientras por un lado Arturo Bermúdez Zurita es el único ex secretario de Seguridad Pública privado de su libertad en el país, acusado de abuso de autoridad e incumplimiento del deber, todavía andan sueltos los delegados y policías acusados de desaparición forzada en la PGR y la Fiscalía por las ONG, colectivos y padres de los cientos, miles de paisanos secuestrados, desaparecidos y asesinados.

Y es que muchas, demasiadas expectativas levantó el candidato de la alianza PAN y PRD para castigar la impunidad heredada por el duartazgo en materia de derechos humanos y garantías constitucionales, y luego de tres meses y diez días del bienio, ningún resultado.

Incluso, y lo peor: la versión de que Marcos Conde, el poderoso, poderosísimo delegado de Seguridad Pública de Arturo Bermúdez, preso en el penal de Cosamaloapan, con tres policías más, acusados de levantar a los cinco jóvenes de Playa Vicente en Tierra Blanca, se ha convertido, de hecho y derecho, en el mandamás (el Odorico jarocho) del reclusorio.

Por encima del director de Prevención Social.

Y del alcaide.

Así, pareciera que se está reproduciendo la filosofía social del sexenio de Fidel Herrera Beltrán cuando los malandros co-gobernaban, mejor dicho, mandaban en los penales de norte a sur y de este a oeste.

Y/o, el duartazgo, tiempo aquel cuando cien presos se le fugaran de cárceles del sur de Veracruz porque la corrupción permeaba el sistema penitenciario.

Yunicidio, que según el diccionario significa la derrota de la esperanza, el asesinato de la utopía social.

 

BALAUSTRADAS: Yunicidio también incluye satanizar más y más y más a Javier Duarte y Karime Macías, y al mismo tiempo, en rara y extraña conjunción, cero resultado social.

También, claro, que el Fiscal sea llamado “El reyezuelo” por una ONG integrada por los padres de los desaparecidos que claman justicia, simple y llanamente, justicia.

Yunicidio es sinónimo, por ejemplo, de que cien días después la mayor parte de la población ignore el nombre completo de los secretarios del gabinete legal y ampliado, porque así de grises han sido.

Y que la rectora de la Universidad Veracruzana siga clamando el pago de la deuda pública heredada por el prófugo de la justicia desde hace 144 días.

Y que la llamada alternancia partidista (“quítate porque ya llegué”) sólo esté sirviendo para adueñarse del poder político (alcaldías y gubernaturas y diputaciones locales y federales y senadurías) que se jugarán este año y el entrante y por eso mismo el gabinete chambeando para el futuro.

Y que la dinastía de los Kennedy de Boca del Río opere para quedarse con la silla embrujada y el trono imperial y faraónico de los años 2018 a 2024, como si el poder público les haya sido escriturado por decreto superior.

Y que estén montando reality-show para magnificar el duartazgo, como por ejemplo, el teatro montado con la bodeguita descubierta en Córdoba, donde sólo encontraron chucherías, como el diario íntimo de Karime Macías, repitiendo con buen karma que “merezco abundancia” durante cincuenta veces ininterrumpidas, en fila india, una tras otra.

Y que en una parte de la prensa nacional publicite que Karime gastaba ocho millones de pesos anuales en shopping, en tanto la impunidad se multiplica con el dolor y el sufrimiento humano en los hogares de Veracruz dado que los secuestros, desapariciones y asesinato siguen imparables.

 

ESCALERAS: Sólo falta que el Yunicidio reproduzca la historia.

Por ejemplo, en la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, sobre cuatro estacas fueron colocadas por los realistas las cabezas decapitadas de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y el general insurgente, José Mariano Jiménez, para intimidar a la población.

Y/o como cuando los tres césares romanos encabezados por Antonio, el más cruel, ordenaran el asesinato de Marco Tulio Cicerón y lo decapitaran y colgaran su cabeza en el Senado presidiendo una sesión parlamentaria, sin que ninguno de los legisladores, que antes le juraban lealtad eterna, levantara la voz en su defensa.

El Yunicidio sería decapitar a uno que otro duartista (cada lector que le endose el nombre completo) y colocar su cabeza sangrante en el Palacio Legislativo y exhibirlos como símbolo de la corrupción política nacional, quizá, digamos, hasta con el recibito firmado por algún cabildero de Andrés Manuel López Obrador como parte del subsidio a MORENA en Veracruz.

Y más, porque según las versiones, “El peje” se ha vuelto una pesadilla para el góber azul.

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